CAPITULO 45

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Tenía una pequeña maleta lista y un boleto de avión esperando por ella sobre la cama. Y su mirada cruzaba ambas imágenes. Y aunque tenía la suficiente convicción de que estaba haciendo lo correcto, no podía imaginarse que estuviera tomando aquella decisión, sabiendo que hace unos años todo hubiera sido muy diferente. Realmente no se imaginaba en una posición concreta. Realmente no imaginaba una vida sin Lauren, en la que no pudiera verle, en la que no pudiera escucharle ni siquiera una sola vez. Realmente, esto le iba a costar mucho más de lo que él probablemente imaginaba. Porque volver a verle, después de una semana, sentirle tan fría como la había sentido, tan malditamente distante, había sido una tortura grande. No se imaginaba como serían las cosas entre ambas después de unos años, si es que las oficinas del banco de Washington la aceptaban trabajando con ellos.

                     

Deseaba irse. Sí. Por supuesto que deseaba irse. Lo deseaba tanto como deseaba jamás decirle adiós. Porque de la misma manera en la que sabía que alejarse de ella, de todo lo que pudiera tener una influencia peligrosa en su vida, le haría bien a ella y a Elisabeth, sabía a la perfección que parte de su vida se quedaría estancada en alguna parte. Eh ahí los sacrificios que debía tomar.

                     

Demonios… ¿estaba llorando de nuevo?

                     

“Vamos Cabello, ya has pasado por esto una vez”.

                     

¿Cuánto tiempo seguiría huyendo? Muchas veces llegaba a pensar que solo estaba huyendo de ella misma. Joder, ¿ahora mismo se lo planteaba? Ahora que había pasado una semana más, ahora que las cosas con Lauren habían terminado indefinidamente.
Quiso sentarse sobre el borde de la cama, pero al intentarlo, escuchó el sonido de la puerta principal. Dos toques y luego tres. Limpiándose rápidamente las lágrimas de ambas mejillas, corrió con las converse puestas hasta la puerta. Lauren estaba detrás, con Elisabeth de la mano. Habían pasado toda la tarde juntas, ese había sido el pequeño acuerdo que ambas habían tenido sin el consentimiento de Camila. La imagen de ambas juntas y tomadas de la mano, hizo que el estómago de Camila diera un vuelco. Tragó saliva de inmediato, guardando la compostura para poder mirarle a los ojos. Ésa era la nueva manera en la que ambas se saludaban. Una mirada fría que no traspasaba el cuerpo de ninguna.

                     

- ¿Cómo estuvo el parque de diversiones? – le preguntó Camila a Elisabeth, que sonreía tanto como podía. Y es que… podía tener apenas tres años, pero lo percibía todo con exactitud. Dentro de ella sabía que las cosas no estaban bien, no solo porque ya no vivieran con Lauren, sino por el tipo de trato que ellas se tenían.

                     

Elisabeth no tardó en contarle a su madre con exactitud todo lo que esa tarde había pasado con Lauren. Se quitó la mochila de elefante, la abrió y sacó unos folletos. Se los enseñó a Camila. Y señalaba a Lauren, en medio de la explicación. Y ésta sonreía. Y sonreía también porque aunque solo pudiera tener este tipo de sensaciones tres días a la semana, las disfrutaba tanto como podía. Esa niña era todo lo que las mantenía juntos, y nunca dejaría de agradecérselo.

                     

- Wow… ¿has hecho todo eso hoy?

                     

Elisabeth asintió orgullosa. Cada vez que afirmaba con la cabeza, mientras enarcaba las cejas, se parecía a Camila en un cien por ciento.

                     

TENTATION 4 CAMREN G!PWhere stories live. Discover now