42. Cartas a la madre que no has sido (VII)

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CARTAS A LA MADRE QUE NO HAS SIDO (VII)

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CARTAS A LA MADRE QUE NO HAS SIDO (VII)

Hace medio año

A la mierda, mamá,

A la mierda. A la mierda Blake. A la mierda su fuerza. A la mierda todo.

Estoy en el hospital, y deberías haberte dignado a aparecer.

Estoy en el hospital por culpa de Blake, joder.

¿Sabes que estoy en Londres porque fui a darle una sorpresa? Así de estúpida soy, así de ingenua.

Hace unas semanas subió una historia a Instagram. La historia, mejor dicho.

Hablaba sobre «su novia» y cuánto la echaba de menos. Dijo que le daba mucha pena no poder celebrar con ella las Navidades y las ganas que tenía de verla.

Pensé que era la señal, creí que todavía se acordaba de mí y que quería verme.

La tarde que la vi lo llamé. Y me cogió. Estuvimos hablando. Durante horas, como antes; aunque fuera a través de una pantalla.

Fue la última confirmación que necesitaba.

Compré un billete de avión a Londres y una semana después estaba de viaje. Ninguno os distéis cuenta de que me había ido.

Al llegar a Londres no llamé a Blake, sino que conseguí contactar con uno de sus amigos, para que me dijera dónde iba a estar en Navidad. Resultó que montaba una fiesta.

La noche del veinticuatro, fui al edificio en el que se hacía la fiesta y subí en el ascensor hasta el enorme dúplex.

La casa estaba llena de gente, la música demasiado alta y los gritos de todo el mundo en mis oídos me aturdían, pero estaba tan emocionada. Después de dar siete vueltas por toda la planta baja de la casa, donde estaba la fiesta, decidí preguntar a alguien.

Me acerqué a un chico que me sonaba de las fotos que subía Blake a sus redes.

―¡Hola! ¡¿Sabrías decirme dónde está Blake?! ―exclamé, para que pudiera oírme.

El chico sonrió.

―¡Sí! ¡Aunque no te recomiendo ir ahora mismo a verle! ¡Ha subido con su novia a una habitación, resulta que le ha dado una sorpresa!

De repente, dejé de escuchar la música, los gritos y las risas. Todos a mi alrededor se borraron, para dejarme absolutamente sola... sola en la habitación.

No fui consciente de haberme movido hasta que estaba terminando de subir las escaleras a toda prisa.

No debería haberme sorprendido. Pero lo hizo. Pensé que éramos fuertes, aunque, ¿qué hacía pensando eso aún? Había sido obvio que no era así desde que se marchó.

Cuando la luna encuentre su lugar. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora