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—      Sus signos vitales disminuyen de forma abrupta, no escucho los latidos del bebé —escucho que hablan los médicos mientras la ambulancia va rumbo al hospital

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—      Sus signos vitales disminuyen de forma abrupta, no escucho los latidos del bebé —escucho que hablan los médicos mientras la ambulancia va rumbo al hospital.

—      ¿Usted es familiar? —me pregunta el camillero nuevamente, mientras me limito a asentir con la cabeza.

—      Soy su esposo, Jasón Antal —susurro y este en un gesto cálido asiente. Con una mueca en los labios que me indica que mi mujer e hija, corren peligro…

—      Mantén la calma amigo, ella te necesita fuerte y el bebé también —termina por decir. Mis manos tiemblan desesperadas, al parecer no encuentran sosiego ante toda esta mierda que estamos viviendo.

 
Esta despierta, pero sedada. Al parecer no tiene la fuerza para hablar, solo balbucear, pero lágrimas caen por su mejilla como una cascada interminable. Trato de ser fuerte, pero me quiebro al verla así. Ella que irradia luz, aunque ni ella lo vea. Es quien iluminó todo Bran con solo pisar este pueblo. Se encuentra luchando por sobrevivir… y mantener con vida a nuestra niña, nuestra pequeña Roma.

 
—      ¿Por qué no habla? —pregunto mientras refregó la manga de mi abrigo sobre mis ojos, me veo a mi mismo en una fracción de segundos cubierto de sangre.

—      Le dimos un calmante, cuanto más tranquila esté… más posibilidades tienen ambos de ser salvados. Están perdiendo mucha sangre y es difícil —asiento nuevamente y le tomo la mano con cuidado ya que en esta tiene la vía que con el suero y supongo que los tranquilizantes.

—      Perdón  nena, por favor, perdóname, no merezco nada, ni siquiera tu perdón.

—      Esta bien —la escucho susurrando, levanto la vista y tiene sus hermosos ojos miel clavados en mi.

—      Shh no hables, no te hace bien…

 
Después de lo que parecieron años al fin llegamos al hospital. Corro junto a los camilleros hasta que un  guardia me detiene y me obliga a mantenerme en mi lugar.
 

—      Quiero estar con ellas, mi mujer y mi hija son las que están llevando por ese pasillo —le gritó, en realidad no lo estoy haciendo, solo hablo un poco más alto, el dolor en la garganta no me permite gritar.

—      Lo entiendo —dice en tono amable, al parecer todos son amables el día de hoy— pero lo mejor es que se mantenga aquí. Ellos van a hacer todo para que su familia esté bien, por eso es mejor dejarlos trabajar tranquilos.

 
Asiento sin más, ya no se que decir. Estoy completamente seguro que ella tampoco me querría aquí. Solo que no puedo alejarme… no quiero alejarme.
 

◇Los Secretos De JASÓN ◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora