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Manejo a toda prisa…

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Manejo a toda prisa…

El bosque es espeso en esta parte de los Cárpatos y hay una neblina que apenas me permite mirar hacia adelante. Mi cabeza es un rompecabezas. Como pude estar ciega tantos años, como pude pasar por alto todo lo que a simple vista estaba ante mis ojos.

¿Por qué no me alejó al fin de todo esto? Por culpa, no es tan difícil de negarlo y aunque es un trago amargo el momento de admitir. La culpa es lo que me mantiene al lado de Ben aunque él únicamente me ve como la fuente de sus alimentos. Siempre fuimos una pareja modelo, el uno para el otro. Siempre supe que él también hizo de las suyas junto a Jasón, pero no pensé que ambos ocultaban todo esto.

Después está Devon y esa pasión fugaz que me hizo realizar aquella locura que con los meses me pasó factura. Aún no sé si aquel niño que hice que arrancarán de mis entrañas era fruto de mi unión con mi esposo o mi acercamiento a mi amante de una noche que claramente se sentía más atraído por otra mujer.

Las ruedas rugen por el camino de piedras que dirige a la entrada de la casa, generan un ruido característico y el movimiento del vehículo no demora en hacerse presente.

Presiono el freno y lentamente me aproximó al umbral, para al fin frenar y apagar la camioneta. Entro con sigilo, no se escucha nada más que el sollozo de Lovely, cierro los ojos con amargura y creo en la tarde donde la conocí.

Si no fuera por mí nada de esto hubiera sucedido… acomodo cada cosa en su lugar, esta embarazada, necesita alimentar bien a ese niño y espero realmente que nada malo suceda.

— Volviste —afirma mi esposo mientras toma una manzana. Es la primera vez en días que consume alimentos reales y no mi sangre.

— Sí, me demoré porque había mucho tráfico, la neblina ocasionó un accidente —miento deliberadamente, es imposible siquiera admitir que fui a ver su mejor amigo.

— Bien, prepara algo para comer, esa niña necesita alimentarse para nacer fuerte. Necesitamos una monarca fuerte, necesito que mi hija sea fuerte —asiento.

— ¿Por qué te empeñas en decir que es tu hija? —cuestiono en un brote de valentía.

— Ay Carol, Carol, Carol… ya te lo expliqué. No soy su padre, es obvio y claro. Pero soy quien está destinado a criarla como si lo fuera. Sabes, estoy pensando en tenerte como mi amante —suelta.

— Soy tu esposa —respondo en automático, mi condición ante él y mis errores me denigraron ante él. Debo irme a tiempo, cuando me sentí atada a Rumania, cuando sentí que este matrimonio me llevaba a la perdición, cuando me sentí atraída por otro hombre… debo irme.

— No, esa que ves ahí —señala a Lovely que sale tomando su vientre con las manos aparentemente adoloridas —es mi esposa ante los dioses.

— ¿Estás bien? —le pregunto alarmada, no sé que sucedió mientras me fui, pero con Ben, nada es bueno.

◇Los Secretos De JASÓN ◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora