Veinticuatro.

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Seis calles. Eso era lo que lo separaban de Mark, literal y figurativamente hablando. 

Las lluvias habían ido en aumento a lo largo de la semana, y justo ese día una enorme nube negra había cubierto la ciudad, pero no había llovido en todo el día, nada, ni siquiera un rocío. La lluvia se había desatado justo cuando solo le quedaban seis calles para llegar a casa de Mark (o a su casa, pues quedaba en frente).

Donghyuck culpaba a su suerte. La mamá de Yangyang se había ofrecido a dejarlo frente a su casa, pero él había dicho que no porque no quería importunar y hacer que ella tomara el camino largo. Eso le pasaba por buena gente, de por si ya iba tarde a ver su novio, la lluvia solo lo retrasaría más y no quería mojarse, porque obviamente se había olvidado el paraguas quien sabe donde, y con sus defensas seguro terminaba enfermo y además, se había planchado el pelo justo el día anterior. 

¿Y ahora qué hacía?

Justo mientras miraba la lluvia caer sobre el pavimento, resguardado donde estaba bajo el dosel de la parada de autobuses de su vecindario, recibió una llamada entrante de Mark. Lloriqueó y pataleó en un pequeño berrinche antes de contestar, no quería decirle que aún no iba a llegar, no cuando ya habían movido lo de verse a las siete hasta las ocho. Le hacía sentir terrible. 

—Hola —contestó temeroso de lo que pudiera oír. ¿Estaría Mark molesto? ¿Decepcionado?

—Ah, sigues vivo —dijo Mark y mientras lo escuchaba reírse, se preguntaba si era algo bueno o malo que le dijera eso—. No respondiste mis mensajes, empezaba a preocuparme. 

—Oh, perdón, perdón. No escuché el teléfono, pero ya estoy en camino. 

—Eso dijiste hace media hora. 

Donghyuck hizo una mueca, cerrando los ojos y arrugando el ceño. Mark no estaba molesto, al menos no se escuchaba así, pero tampoco estaba muy contento con su retraso. Genial.

—Lo sé, lo sé. Voy a compensartelo, lo juro. Solo estoy esperando que deje de llover un poco. 

—¿Donde estás?

—En la parada de autobús de nuestra calle. La mamá de Yangyang me trajo hasta aquí, y por supuesto que no tengo paraguas conmigo hoy, así que si... 

—Bueno, ¿qué tal si voy a por ti? —propuso Mark entonces, y Donghyuck sintió un tirón en el pecho, inconscientemente empezó a sonreír. 

—Oh, ¿harías eso, mi príncipe salvador?

—Claro que si. Mis dosis de besos de hoy ya se agotó

—Pft, interesado. 

Mark volvió a reírse, con mucho más animo y soltura que antes—. Espera por mi, ¿vale? Ya voy

Donghyuck murmuró una afirmación y luego colgó, cubriéndose la cara para soltar un chillido alegre justo después. Mark solo iba a buscarlo en la lluvia, con un paraguas, nada más, pero ahí estaba él a punto de derretirse en el asiento de la parada de autobuses solo por eso. Santo dios, como le gustaba. 

Esperó sentado un buen rato, tanto que fue su turno de preocuparse al ver que el mayor no llegaba y estuvo a punto de llamarle solo para saber qué había ocurrido cuando un auto se detuvo frente a él. Su primera reacción fue asustarse, pero entonces la puerta de atrás se abrió y pudo ver dentro a Mark, que gritaba su nombre para que subiera. Donghyuck no perdió el tiempo y se montó, dándose cuenta que quien manejaba era el señor Chanyeol. Estaban en el auto del padrastro de Mark. 

—Hey —saludó Mark, buscando su mano para darle un apretón. 

—Hey —saludó,  sintiendo un escalofrío por el cambio de temperatura, pero con una sonrisa—. Cuando dijiste que me pasarías a buscar pensé en otra cosa. 

Se dice que le gustas ➳  MarkhyuckWhere stories live. Discover now