Tres.

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Donghyuck se llevó la tira de regaliz a los labios, mordiendo el dulce con aires distraídos mientras sus ojos releían por innumerable vez el ensayo que intentaba escribir. No tenía caso, pensaba al no verse convencido por lo que intentaba mostrar, terminaría reprobando. Al otro lado del cristal de la ventana el sol empezaba a esconderse y las aceras comenzaban a llenarse de gente que buscaba distraerse un poco. Apenas estaba terminando el invierno, y la nieve que hasta hacia unos días cubría todo el lugar había empezado a derretirse, así que suponía que era un buen momento para salir.

Y tenía planes, en verdad, aunque estos no involucraban para nada estar al aire libre. Se suponía que iría a casa de Renjun para tener una pijamada y ponerse al día y no sé que más (daba igual de todas formas, porque Donghyuck adoraba visitar a Renjun incluso si lo único que hacían eran estar acostados viendo el celular y mostrándose memes), y su mamá le había dado permiso, un poco raro, considerando que era un miércoles, siempre y cuando terminase de cuidar al hijo de los vecinos y acabara con toda su tarea. Y Donghyuck estaba bien, sabía que los señores Park llegarían en cualquier momento así que por ese lado no se preocupaba. Lo que si le preocupaba era que su ensayo parecía llegar a ningún lado y continuaba devanándose los sesos en la cocina de los Park para terminarlo.

Odiaba la clase de estadísticas, y en momentos como ese se preguntaba si realmente la necesitaba para graduarse de la escuela. (La respuesta era si, pero se valía soñar también).

Comiendo el último pedazo de regaliz y limpiándose la mano pegajosa sobre la tela de sus pantalones, decidió que era suficiente y que el cerebro se le partiría en dos si continuaba con la idea de seguir escribiendo, estaba claramente atascado y su frustración no hacía más que crecer. Lo mejor era detenerse, descansar y seguir al día siguiente (o tal vez no seguir nunca, quizá podía convencer a Renjun, que siempre se le daban mejor las palabras, de hacer el ensayo por él), con la mente fresca y libre de sentimientos negativos.

Y su mamá no tendría por qué enterarse de que no había terminado. 

Después de asegurarse de que había guardado el documento correctamente, cerró la ventana de word y todas las pestañas que había tenido abiertas como referencia hasta entonces, y dirigió la mirada a la tablet que tenía a un lado y que fungía como monitor de bebé; Jisung seguía durmiendo su siesta, y tenía que ir a despertarlo porque entonces no dormiría nada en la noche y eso si que sería un problema. 

Se bajó del taburete donde estaba sentado y frotándose los ojos, empezó a caminar hacia las escaleras para buscar al niño. Conocía la casa de los Park de pies a cabeza, casi tanto como la suya propia, puesto que había pasado muchas horas de su niñez jugando ahí con Dongsoon y Mark, el hijo mayor de la señora Melanie. Y luego cuando ella había tenido a su segundo hijo, se había convertido de cierta manera en el niñero particular del pequeño Jisung. 

No le importaba, era buen dinero y además el niño era un ángel. No era difícil. 

Maniobrando para no pisar ninguno de los juguetes de Jisung que estaban regados por el piso de su habitación (él ya había perdido la cuenta de cuantas veces los había recogido), Donghyuck se acercó a la cama-cuna del infante, siendo cuidadoso para despertarlo y no provocar una rabieta. 

—Sung... Es hora de despertar —llamó con cuidado, acariciando su cabello—. Tus padres ya vienen, y están pasando Ladybug en la tele. 

Siempre funcionaba, sobornarlo con algo que le gustase (últimamente, la serie de ladybug. Antes de eso, era jugar con la maquina de karaoke), pero Donghyuck sabía que antes de complacer al niño en lo que quería debía de bañarlo y además darle una merienda. 

Se dice que le gustas ➳  MarkhyuckUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum