Capítulo 20

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Hace días pensó que lo peor en su vida era enfrentarse a los monstruos que Artemisa solía cazar, ahora sabía que lo peor era quedarse encerrado en una fábrica a punto iba a explotar.

—Mierda -tos-tos- ¿Cóm-comó salimos de aquí? —preguntó Athenea viendo hacia la puerta principal que estaba cerrada por fuera— ¡Hefesto!

—¡No sé! —le respondió alzando la voz— ¿Crees qué si supiera como salir de aquí no nos hubiera sacado hace rato?

—¿Conociéndote? Tú serías capaz de dejarnos aquí —le señaló Ares antes de toser con fuerza por el humo que inhalaba mientras sostenía a Athenea que apenas podía mantenerse en pie.

Escucharlo decir que era capaz de dejarlos atrás dolió, porque aún si no eran sus personas favoritas sobre la tierra no iba a abandonarlos y el que solo pensaran lo contrario era simplemente chocante, podía ser un idiota, pero no mataría a sus hermanos.

—No los dejaría imbécil —masculló a Ares que no le respondió; sin embargo, su mirada le decía todo lo que su boca no, y el "no te creo" estaba escrito por todos lados.

—¿Cómo podemos salir de aquí? —le preguntó en cambio el otro mirando alrededor como si mágicamente fuera a encontrar otra salida.

—La puertas solo se abren y cierran de manera manual con los códigos, en casos normales —agregó explicando porque no podían salir.

—¿Y en estos casos? —preguntó la castaña con un tono de voz bajo que imagino era para no gastar muchas energías.

—Se cierran desde a central quince minutos después de haber dado la alarma para evacuar al personal.

—Estas puertas no se cerraron después de quince minutos —le señaló Ares molesto.

—No, no se cerraron en ese tiempo —estuvo de acuerdo, y eso también era lo que lo tenía inquieto, pero no quería agregar más presión con sus sospechas.

—¿Eso quiere decir que hay más personas aquí? —preguntó Athenea con el miedo se filtrándose en su voz.

—No —negó— Hoy todos deberían trabajar en la planta superior, por lo que, debieron salir a tiempo.

Athenea y Ares tosieron con mayor fuerza mientras el humo espesaba más a su alrededor— Sentémonos y Hefesto busca algo mojado con lo que podamos taparnos la boca y nariz —le pidió la castaña mientras caía al suelo llevando a Ares consigo.

Hefesto tardó dos segundos en obedecer la orden de Athenea, a diferencia de ellos el humo y el calor no le afectaba al mismo nivel. Es decir, el humo si le incomodaba mientras que el calor lo tomaba como una parte más de su ser, excepto por el sudor eso si lo estaba jodiendo.

Encontró unas franelas y un balde de agua después de unos minutos, los llevó consigo y cuando estuvo frente a Ares y Athenea mojo los trapos entregándoselos.

—¿No hay otra manera de salir? —le preguntó la chica luego de haber recuperado un poco el aire y Hefesto negó.

Él había trabajo en esa fábrica por muchos años y nunca se preocupó por ello ya que ¡nunca antes había ocurrido un accidente como aquel! y eso que la fábrica tenía una antigüedad mucho mayor a la edad de sus difuntos abuelos que nunca conoció.

—Piensa Hefesto, piensa si hay alguna manera de sacarnos de aquí —le pidió Athenea con la voz ronca— Por favor, piensa en una salida, eres el único que puede sacarnos.

—Lo siento —se disculpó porque no podía cumplir con lo que pedía.

—No lo sientas y busca una jodida salida —le gruño Ares y aunque quiso molestarse por ello no podía. Sabía que aunque el humo no estuviera haciéndolo sufrir como a ella y Ares si la fabrica explotaba él también moriría.

Hefesto [Olímpicos mortales #5]Where stories live. Discover now