Capítulo 11: Apolo

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Apolo se había contenido con mucho esfuerzo para no acercarse a su hermana. Sobretodo porque Hermes le advirtió que dejará de arrastrarse o él mismo se encargaría de revelar todos los secretos que ocultaban cada uno de los olímpicos, incluido él, y no le importaba que fuera su mejor amigo.

Ok. Él no hubiera cedido sino fuera porque era Hermes quien se convirtió en su pilar para soportar las profecías y cada una de sus locuras, además de un gran secreto que no le había confiado a nadie más que él por el momento.

Su amigo sabía demasiado, y cada uno de los que estaban en esa fiesta a veces olvidaban quienes eran en realidad, un error que Hermes no cometía, y bueno Athenea.

La castaña era muy firme en cuanto a solucionar la porquería de destino que les había tocado, y él era parte crucial de cada uno de los movimientos que ella hacía y no porque fuera un luchador o algo similar, no, el destino lo libre de esa desfortuna. Ella lo necesitaba porque él tenía el poder de escucha las predicciones del oráculo y muy a su pesar Athenea las interpretaba a la perfección por lo que movía sus piezas a la conveniencia.

«Y ahora está dispuesta a sacrificar a quién sea necesario para lograr su próximo objetivo» pensó mirándola como se acercaba y estaba pendiente de Hera. Acci fue una baja que quiso evitar, pero al hacerse imposible Athenea decidió cambiar su objetivo de salvar a todos los inocentes por apoyar a quién sobreviva, y él esperaba que los siguientes en su lista sobrevivieran porque su destino estaba a punto de volverse aún más oscuro. 

Hermes le sirvió un trago atrayendo su atención justo cuando Afrodita ingresaba con Orión a la fiesta.

«Ese maldito». Apolo lo odiaba con cada fibra de su ser, admitía su anterior error de la época en la que fue dios, pero el imbécil también había empezado a joderlo en esa vida y eso no se lo iba a perdonar, mucho menos después de la tortura que sufrió.

El ambiente se puso tenso en cuestión de minutos y solo se rompió cuando él dio un paso al frente— ¡Afrodita! —se acercó a saludar a la pelirroja ignorando olímpicamente a Orión— Ven, mira Hermes esta con el barman aprendiendo a preparar margaritas —le dijo ignorando las miradas de los demás.

—¿Estás tratando de que tu hermana me mate? 

—Ahora estamos en territorio neutral, nadie matará a nadie esta noche —o al menos eso esperaba.

Afrodita sonrió y mirando hacia atrás Apolo vio cuando Orión le dio un asentimiento antes de retirarse a una esquina.

Lo bueno es que el idiota sabía su lugar en esa fiesta.

Su amiga lo abrazó y aceptó el trago que Hermes le extendió— Al menos el perro tiene correa —se buró Hermes haciendo referencia a Orión.

—Un perro amaestrado —aportó Poseidón uniéndose a la broma.

—Bueno, obviamente mis habilidades son mejores que las de otras —le contestó la pelirroja con la obvia referencia hacia su hermana mientras tomaba un sorbo de su trago.

—A ver, a ver —llamó la atención de ambos— Puede que mi hermana este siendo una idiota —admitió a lo que los otros solo rieron y rodaron los ojos—, pero sigue siendo mi hermana así que evitemos hablar mal de ella.

—Eres demasiado noble, Apolo —le dijo Afrodita mirándolo con algo parecido a la pena y anhelo.

—Solo estoy expiando pecados —murmuró para si mismo antes de tomar su trago— En fin, vamos a bailar o qué —cuestionó tomando a Afrodita para empezar como lo hacían antes de que todo se fuera al diablo. Poseidón se unió a ellos y Hermes dejo su afición de los tragos para unirseles.

Hefesto [Olímpicos mortales #5]Where stories live. Discover now