Capítulo 17

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Nunca, durante las últimas semanas, en las misiones en las que se había adentrado con Artemisa había sentido como si estuviera caminando a su juicio final o a su sentencia de muerte, que era justo lo que sentía mientras ingresaba a la casa de Athenea.

Por fuera y dentro la casa de la chica no parecía muy distinta a la suya, o alguna casa del centro de Nuevo Agrigento, pero el ambiente dentro de ella si lo era, y cómo no, si en su sala se encontraban ocho olímpicos con los nervios de punta.

Por primera vez desde que Athenea había llegado la mayoría de ellos se reunía en un mismo lugar, y eso solo podía indicar una cosa, que la castaña se había se había cansado de esperarlos a jugar sus cartas y los iba a obligar a ver las cosas a su modo.

—Me alegran que hayan podido venir.

—No es que nos hayas dejado otra opción —le reclamó Artemisa a su ex amiga. El filo hiriente y sarcástico en su tono era bastante claro para todos los presentes que no sabían dónde mirar, suerte para todos que la castaña no tenía ese problema.

—Bueno no iba a esperarlos toda una vida ¿Verdad? —le respondió Athenea sin verse afectada.

—Pudiste esperar dieciséis años en aparecer ¿Qué son para ti unos días más?

«Carajo». Él sabía que la reunión se iba a ir muy rápido a la mierda si este era el inicio.

—Sé rápida Athenea y dinos que quieres —le dijo a la dueña de la casa.

Hefesto vio la sorpresa en sus ojos, no esperaba que él hablará o se involucrará, pero si lo que Hades había dicho antes ella ya sabía su secreto, siempre lo supo, así que no tenía que jugar a ir de puntillas a su alrededor, y no quería estar más tiempo del necesario ahí.

—Te dije que todo tarde o temprano cae en su lugar.

—Hubiera preferido que fuera más tarde que temprano —o mejor nunca, pero aquí nadie obtenía lo que quería, excepto Athenea.

—Si bueno, si no queremos que más de nosotros estén desaparecidos y otros mueran tenemos que sentarnos y escuchar a Athenea —señaló Dionisio separándose de Deméter—. Hemos estado jugando pensando que podemos solos y, noticia de última hora, no podemos.

El sarcasmo y resentimiento en la voz de Dionisio era claro. Hefesto entendía lo entendía, sobre todo ahora que Artemisa mejor que nadie sabía que sentía, ella también había perdido a alguien por culpa de su maldición y él había estado presente en todo el proceso.

—Fue por eso que aceptaste —le dijo a su amiga mirándola con una nueva luz cuando comprendió la situación.

No había sido el miedo a Hades o una estrategia por lo que acepto venir a casa de la castaña, fue por la seguridad de sus cazadoras.

Artemisa no esquivó su mirada, pero la que le dio le dijo y lo mandó callarse antes de mirar a las personas delante de ellos.

—¿Cuál es tu plan? —le preguntó a Athenea que señalo delante de ellos

—Siéntense.

Artemisa y él se sentaron en la mesa del comedor de la chica donde Athenea ocupó la cabeza superior, Hades del otro lado, Ares a la izquierda de la castaña, Apolo a la derecha con Hermes a su lado. Dionisio a la izquierda de Hades y Deméter a la derecha por lo que solo quedaban ellos en medio de Deméter y Ares.

¡Bravo para él!

Iba a tener que aguantar al imbécil toda la reunión.

—Algunos de ustedes no lo saben, pero tenemos varias profecías desarrollándose al mismo tiempo —les informó mirando a Apolo que asintió—. Una de ellas y la primera después de la de Dionisio es la de Hefesto —dijo mirándolo.

Hefesto [Olímpicos mortales #5]Where stories live. Discover now