Capítulo 12

41 5 0
                                    

Todo se había ido rápidamente a la mierda.

Después del fiasco en la fiesta de Dioniso Hefesto dejó a Laynna en su casa en un total, completo y absoluto silencio, y se sintió culpable por la situación, pero no hizo nada para cambiarlo porque los celos que sintió viendo a Afrodita besando a Orión lo abrumaron y opacaron todo lo demás; sin embargo, eso solo había sido el inicio de su noche.

—¿Qué mierda pasó acá? —preguntó asuatado. Había llegado a  su casa solo para encontrarla hecha un total desastre.

—¿Tía? ¡¿Tía?! —gritó asustado corriendo por toda la casa buscándola mientras sacaba su móvil y marcaba a la única persona que podía ayudarlo— Mierda, mierda, mierda —murmuró encendiendo las luces con su corazón agitado a más no poder.

Esto no podía estarle pasando. No a él, había tomado todas las medidas necesarias para que su tía no corriera ningún peligro.

—Carajo contesta Artemisa —gruñó cuando fue mandado al buzón de voz antes de volver a marcar.

«Esto no puede estar pasando». El pensamiento se repetía en su cabeza una y otra vez mientras terminaba de revisar las últimas habitaciones de su casa.

Las lágrimas amenazaban en caer por su rostro debido a la impotencia que sentía en ese momento. Yendo a su cuarto dejó de llamar a Artemisa y buscó la pequeña caja que escondía debajo de su cama. Ahí oculta esatba la daga mágica que había recuperado gracias a su amiga y que una vez en su mano la pequeña arma se transformó en el hacha que utilizada en su cazas con Artemisa.

Quien haya tomado a su tía iba a pagarlo caro.

Fue justo en ese momento que las luces de su casa empezaron a parpadear intermitentemente, eso junto al sonido de la lluvia torrencial lo puso aún más en alerta. Extendiendo sus sentidos escuchó los pasos en su entrada, por lo que, volvió a marcar a Aretmisa antes de poner el teléfono en su pantalón y salir con su arma en mano.

Siendo lo más silencioso que podía a paso lento y seguro se dirigió a su sala listo para volar la cabeza de quien se atrevió a entrar asu hogar; sin embargo, una vez que estuvo cara a cara con el intruso, o mejor dicho la intrusa, bajo su arma antes de obligarla a reducirse a la pequeña daga que sacó de su caja.

—¿Dónde está mi tía? —preguntó molesto con la cazadora frente a él y que había estado al cuidado de la única familia que le quedaba.

—No te preocupes, Hefesto. Melania está bien —le informó la chica con la voz firme y mostrando un respeto que su posición como dios exigía.

—¿Qué fue lo que pasó?

—No estoy autorizada de informárselo —y apenas salieron esas palabras de la boca de la persona frente a él un foco estalló entre ellos— Le pediría que se calme, Hefesto, está alterando el orden natural más de lo que ya está.

—No estoy haciendo nada —gruñó

La cazadora alzó una ceja en dirección a las luces.

—... Ese no es mi poder.

—Ciertamente, pero sus poderes pueden hacer eso.

Hefesto intentó calmarse, pero no lo logró; sin embargo, gracias a eso pudo confirmar las palabras de la cazadora. El aire a su alrededor estaba demasiado caliente en lugar del frío que como debería sentirse a causa de la lluvia afuera.

—No creo que a mi señora le guste que te llevé inconsciente —advirtió la cazadora—, pero si no me queda otra lo haré.

—Eres bienvenida a intentarlo —provocó Hefesto con la adrenalina corriendo como fuego con su cuerpo.

Hefesto [Olímpicos mortales #5]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ