Capítulo 43 Preludio

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Solo por esto sobre la muerte descargo la rabia que almacena mi corazón; ha separado tanto nuestras vidas que ya no nos oímos hablar.

- Alfred, Lord Tennyson, In Memoriam A.H.H.

Será mejor que empieces hablar si quieres salir vivo de este lugar — dijo Dong-Sun golpeando la mesa con su mano.

— ¿Eh? Perdona, ustedes fueron los que me detuvieron — el chico esbozó una sonrisa.

— En eso tienes razón. Lo de esta noche fuimos nosotros, seguramente no te importa ser torturado hasta que te decidas a hablar.

Esta vez, la sonrisa de Dong-Sun fue más genuina.

— No se atreverían — murmuró.

— Tienes aspecto de ser inteligente, así que puedo explicarte: este lugar técnicamente no existe, por lo tanto nosotros no estamos aquí. Es más, se podría decir que en este momento te encuentras en tierra de nadie — añadió Dong-Sun mientras encendía un cigarrillo.

— Puedo darte unos nombres. ¡Lo que sea por salir de este lugar!

— Agente Gador, ¿estás escuchando? quiere darnos unos nombres.

— Como si eso pudiera ayudarlo ¿sabes en que lío te has metido?

Gador se dirigió hasta la puerta, no podía quitarse de la cabeza la imagen de Baek sobre un charco de sangre, mordiéndose los labios colocó el cerrojo sobre la puerta.

— Sólo hacia un encargo, dijeron que no habría heridos.

Gador se detuvo, se inclinó y apoyó las manos sobre la mesa su aspecto asiático, labios escarlata y pelo negro largo; daba la impresión de ser mayor que Dong-Sun. El chico respiró con gran esfuerzo, su frente cubierta de sudor y su ropa empapada daban la impresión de haber corrido un maratón. Dong-Sun lo miraba fijamente. Sentía mucha rabia, todavía no había logrado descifrar quién lo había enviado. Basado en lo ocurrido en los últimos días, alguien deseaba mantenerlos fuera de la nación de Guseo. Se aproximó hacia él, deseaba conocer quién lo había contratado hacerle algunas preguntas. Antes de que pudiera completar alguna frase, el chico se desplomó en el suelo. Gador se quedó observando durante unos minutos. El miedo la había paralizado, pero después de un momento logró reaccionar. El chico necesitaba de su ayuda.

— ¡Dong-Sun, qué le has hecho al chico! — Gritó.

Corrió hacia él y se arrodilló a su lado.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó Gador. Tenía la cabeza del chico sobre sus piernas y respiraba con dificultad. Aun se encontraba consciente, pero estaba completamente agotado.

— Estoy bien — balbuceó.

— Si no te molesta, revisaré tus mangas y tus bolsillos, debo asegurarme de que seguirás aquí hasta que amanezca — repuso Dong-Sun

— Te refieres...

— Me refiero a que intente suicidarse.

A la mañana siguiente, Qhawachi permanecía durmiendo sobre el sofá, el ruido de la habitación lo había despertado de su sueño profundo. Se incorporó frotándose su ojo izquierdo. Como no había logrado despertar por completo, se volvió a acostar, esperando que nadie lo molestara.

Pero no duró ni un minuto su tranquilidad.

Un golpe sobre el sofá lo había despertado, al abrir los ojos, se encontró a Gador, quien lo observaba parada de pie a lado de él.

— Será mejor que te prepares, iremos a darle una visita al Gobernante Belmont,

Antes de que Qhawachi pudiera pronunciar alguna frase, un estruendo se escuchó en la habitación del detenido. Miró por la puerta, como si esperara encontrar al chico atado sobre su silla. En su lugar el chico estaba tratando de salir a través de la ventana. No hizo ningún comentario. Esperaba poder terminar el día sin que pasara algún incidente. Finalmente decidió entablar conversación.

PROVIDENCIA EL SEÑOR DE LA GUERRA Y LA REBELIÓN DE HUNTERWhere stories live. Discover now