💗: cuarenta y seis

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Miró la puerta por algunos minutos más hasta que se animó a tocar el timbre

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Miró la puerta por algunos minutos más hasta que se animó a tocar el timbre. Solo tuvo que esperar algunos segundos para que la puerta fuese abierta por una hermosa mujer, la cual sonrió al reconocer su visita.

—YeonJun, que sorpresa tenerte por aquí.

El alfa sonrió. —Hola, Yoona.

Yoona era una hermosa omega, la cual fue la responsable de que los tiempos de universidad del pelinegro fuesen placenteros e inolvidables. Muchas veces compartieron cama, siendo los amantes perfectos sin sentimientos dañinos de por medio; sin embargo, pese a la estrecha relación íntima que tenían, la indiscutible amistad entre ambos fue lo que los mantuvo en contacto durante todos esos años.

El alfa veía en ella a una mujer hermosa y excepcional, aquella que podía entenderlo y ayudarle a poner los sentimientos en orden, justo como necesitaba en esos momentos.

La omega se apoyó en el marco de la puerta. —¿A qué se debe tu visita?

—Necesito tu ayuda.

—¿Andas en celo?

El mayor hizo una mueca divertida y culpable, recordando con pesar que las últimas veces que la visitó fue para que le ayudase a pasar su celo.

—No —respondió con tranquilidad.

Ella lo miró con un toque extraño pintando sus ojos; YeonJun no la culpó y esperó con paciencia alguna respuesta.

Finalmente, Yoona cedió con un pequeño suspiro. —Pasa.

El pelinegro ingresó a la casa que tan bien conocía; la decoración minimalista que tanto le gustaba a la omega lo recibió, y no pudo evitar sonreír por ello.

—No has cambiado la decoración —observó.

La omega lo invitó a sentarse en la sala de estar, quedando ambos juntos en el gran sofá.

—Sabes que no me gusta hacerle cambios bruscos —comentó, sus ojos inquisidores hurgando en la mirada del alfa—. ¿Me dirás lo que ocurre?

—¿Cómo sabes que ocurre algo?

Yoona blanqueó los ojos. —No te me has tirado encima; y cuando tu visita no es por sexo, es porque algo atormenta a tu mente.

—Sobre eso... —YeonJun hizo una mueca.

Ella apoyó una de sus manos en el regazo del alfa. —Dime lo que ocurre.

—Ya no volveremos a tener sexo —informó con seguridad, aquello sorprendió a la omega.

Sin embargo, contrario a lo que el pelinegro esperaba, una cálida sonrisa se formó en los labios de la menor.

—Te enamoraste.

YeonJun parpadeó confuso. —¿Que cosa?

—Eso —la sonrisa en la omega aumentó—. Oh, YeonJun; soy muy feliz por ti.

Quiéreme Bonito | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora