💗: treinta y ocho

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Llevaba más de dos semanas vigilando los movimientos del omega; sabía que ya no trabajaba para el famoso fotógrafo por las habladurías del condominio, más tenía plena certeza de que tenía algún otro trabajo, ya que siempre salía muy temprano y lle...

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Llevaba más de dos semanas vigilando los movimientos del omega; sabía que ya no trabajaba para el famoso fotógrafo por las habladurías del condominio, más tenía plena certeza de que tenía algún otro trabajo, ya que siempre salía muy temprano y llegaba casi al anochecer.

A pesar de que todas las veces que lo intentó obtuvo negativas, Rose no estaba dispuesta a rendirse. SooBin era un omega hermoso y virgen que estaba segura le traería un buen dinero.

Por supuesto que no sabía en qué estaba trabajando el menor, pero ella estaba dispuesta a negociar e incluso a ofrecer una cantidad de dinero tentadora para que el chiquillo no pudiese negarse.

Desde hace mucho tiempo que venía preparando el terreno; había conseguido un par de fotografías del menor y las había mostrado a sus mejores clientes provocando que las cifras por tenerlo crecieran de manera descomunal. Por lo tanto, SooBin tenía que trabajar para ella sí o sí.

No importa lo que tenga que hacer, tenía que convencerlo ya que había mucho pero mucho dinero de por medio.

Justamente ese día no lo había visto salir del complejo de apartamentos, así que supuso que el omega estaría en casa.

Salió del ascensor y buscó la puerta del hogar del pequeñín que la volvería rica; una sonrisa de malicia en sus delicadas facciones, mientras que su mente se encargaba de repasar aquel plan que había estado estructurando desde hace mucho tiempo.

Nada podía salir mal.

Cuando encontró la puerta que buscaba dió varios y constantes toques para dar a conocer su presencia; esperó por algunos segundos y su llamado no era atendido, por lo cual volvió a tocar, esta vez más fuerte.

—No huyas pequeñín —susurró, decidiendo jugar con sus uñas para pasar el rato.

A los pocos segundos la puerta fue abierta. Rose compuso una sonrisa perfectamente ensayada, descomponiéndola al instante cuando observó quién estaba del otro lado de la puerta.

—Vaya —Hyuna elevó una ceja con diversión—. Pero si es la perra de cola chinga.

Rose apretó los dientes molesta.  —Te exijo que me respetes.

La pelinegra rió divertida mientras se apoyaba en el marco de la puerta.

—Awww, la perrita quiere llorar —se burló.

—No voy a perder mi tiempo contigo —gruñó la pelirroja, tratando de observar el interior del apartamento—. ¿Está SooBin? Necesito hablar con él.

Todo rastro de diversión fue destruido; el rostro de Hyuna adquirió una seriedad escalofriante, tanto que logró que Rose retrocediera un par de pasos.

—¿Tú qué mierda buscas con MÍ bebé?

—No te interesa —respondió Rose—. Mi asunto es con él.

Quiéreme Bonito | YeonbinWhere stories live. Discover now