💗: siete

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Soobin bajó del autobús y observó con fascinación aquel nuevo ambiente que le esperaba

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Soobin bajó del autobús y observó con fascinación aquel nuevo ambiente que le esperaba.

Había llegado el momento; justo en ese día daba inicio de manera oficial a su nuevo trabajo y se sentía muy orgulloso y emocionado, quería que todo saliera bien y cumplir con su primera tarea sin contratiempos.

Esperaba tener suerte.

El clima de la mañana le hizo sonreír mientras que sus pasos lo adentraban más y más en aquel punto tan caro y refinado de la ciudad; aunque admite que se siente un poco intimidado, él es alguien muy pequeño y los 40 kilómetros cuadrados que imponían Gangnam sobre el omega lograban marearlo.

Se acomodó su overol y se ajustó mejor su boina. Caminó con pasos aparentemente seguros y con la frente en alto luciendo involuntariamente un adorable ceño fruncido, llenando de ternura a las pocas personas que se iba encontrando.

Poco a poco su concentración pasó a segundo plano cuando sus ojos se desviaban hacia las diferentes tiendas, restaurantes y grandes apartamentos que el rubio no quería ni saber cuanto le costaría el siquiera respirar cerca de ahí.

Sin embargo, no pudo resistir la tentación y se detuvo frente a un gran ventanal observando con ojitos enamorados un enorme suéter de color amarillo e imaginándose como le quedaría.

¡Concéntrate Soobin!

Miró por última vez aquel bonito suéter y retomó su camino. Cuando ya llevaba varios minutos caminando decidió sacar aquel pequeño papelito que su hyung muy amablemente le había dado. En él estaba la dirección detallada de la casa a la que debía ir y lo menos que quería era perderse y no llegar en la hora establecida.

Pero por más que leía, simplemente no sabía donde quedaba.

¡No podían culparlo! El omega nunca en su corta existencia había visitado aquella parte de la ciudad. El hecho de haber llegado a ese sector ya era suficiente milagro, y si conseguía dar con la casa definitivamente se alabaría por siempre.

Su sentido de la orientación no era el mejor, acababa de ser consciente de ello. Miraba su reloj a cada momento de manera ansiosa y se mordía los labios con fuerza producto de su nerviosismo.

A lo lejos pudo observar a un par de turistas pedir indicaciones a un grupo de jóvenes y fue ahí cuando se le ocurrió la única y más factible opción. Se alarmó cuando descubrió que los chicos se alejaban, estaba a punto de perderlos de vista así que... situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.

Sí, se echó a correr con todo lo que su cuerpo da.

Y sí... también gritó a todo pulmón.

¡Y sí! ¡No le importó parecer un loco!

Entiéndanlo por favor, ¡Debía llegar a tiempo!

—¡HEY!

Y eso señoras y señores no fue un grito, sino más bien un chillido agudo y desesperado de un omega perdido.

Quiéreme Bonito | YeonbinWhere stories live. Discover now