Capítulo 30 - ¿En serio crees que no te amo?

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PENÚLTIMO CAPÍTULO:((

Éstos últimos días podrían calificarse como los más lentos y pesados de mi vida. Todo era una rutina, de mi casa al hospital, del hospital al trabajo, del trabajo al hospital y luego del hospital a casa.

Ya va una semana desde que Natalie entró en coma y la preocupación y la desesperación cada vez era mayor. Deseaba con todas mis fuerzas que despertara, poder volver a abrazarla, besarla, tenerla en mis brazos.

Sus padres, Theo y Josh habían llegado a Londres un par de horas después que Lorena. Ellos y las chicas se la pasaban todo el día en el hospital, a veces se turnaban para poder ir a descansar un rato, ducharse y comer algo.

A mí me gustaría poder quedarme también, pero debido al trabajo no podía. Al menos, con Lauren y el hijo de Simon aquí, Simon pasaba la mayor parte de su tiempo con ellos y nos dejaba en paz por un rato.

Por quién sabe que vez en la semana volví a entrar al hospital y como cada día fui directo a la sala de espera. Una vez allí pude ver a los padres de Natalie. La señora Margaret tenía la cabeza sobre el hombro de su esposo y el señor Robert tenía su cabeza sobre la de su esposa. Ambos tenían los ojos cerrados, estaban durmiendo.

Giré mi cabeza a todos lados, pero no vi rastro ni de las chicas ni de Theo, Josh o Lorena. Parece que habían decidido turnarse.

Sigilosamente me acerque a la pareja de adultos y me agache a la altura de la silla.

Moví un poco el hombro del señor Evans, pero aún así no despertaba. Miré mi reloj de muñeca y me di cuenta de que ya iban a ser las 10:30pm.

Volví mi vista a ellos y esta vez moví un poco el hombro de la señora Margaret, quien sí abrió sus ojos de golpe apenas la toqué.

—Liam... — murmuró y se quiso incorporar en la silla, pero al sentir el peso de su esposo se quedó quieta para no despertarlo. —¿Qué haces aquí? Creí que no volverías hasta mañana, hijo. — acarició un poco mi cabello por instinto maternal.

—Sí, pero quería venir y quedarme, mañana no tendré que trabajar entonces... — me encogi de hombros. —Pueden ir a casa, yo me quedaré aquí toda la noche.

—¿Estás seguro? ¿Te quedarás aquí solo?

—Sí, no tengo ningún problema y ya que soy sólo uno me dejarán dormir en el sofá del cuarto de Natalie. No tienen de qué preocuparse. — sonreí un poco.

Ella me regresó la sonrisa agradecida y luego se movió un poco para despertar al señor Evans. Me levanté del suelo y me quedé parado, sólo que me recoste a la pared.

La señora Margaret logró despertar al señor Evans y luego de despedirse y decir que si sucedía algo los llamara, se fueron.

Una vez que salieron caminé hasta la habitación de Natalie y abrí la puerta, para después cerrarla detrás de mí.

Lo primero que se veía al entrar era ma camilla donde Natalie estaba, los aparatos que estaban conectados a su cuerpo, una silla y un mueble.

Me acerqué más a ella y pude ver que algunos de los moretones que tenía hace una semana les faltaba poco para desaparecer por completo. Desearía que despertara tan rápido como esas manchas.

Me senté en la silla que estaba al lado de la camilla y me acerqué hasta ella. Como de costumbre, tomé su mano y la entrelace con la mía, para después recostar mi cabeza en la camilla.

Me dolía verla así, me dolía que tuviera que ser alimentada por unos tubos, me dolía que estuviera tumbada en una cama sin poder hacer nada, sin siquiera saber que estaba ahí. Me dolía verla así, y que yo no pudiera hacer nada para impedirlo.

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