Capítulo 27

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La cena había culminado, y yo me encontraba feliz al haber logrado mi objetivo; hacer sonreír a Liam durante toda la cena. Él me pidió que me quedara con él, y a base de besos y abrazos no me pude negar a su oferta.

Él hizo como hace unos meses y tan sólo se cambio los pantalones por unos más cómodos quedándose sin camisa. Yo por mi parte le había quitado una de sus camisas y me la había puesto, quedándome sólo con eso y mi ropa interior. Nos acostamos en la cama y él pego mi espalda a su pecho, rodeando mi cintura con su brazo. Besé rápidamente su mejilla y el sonrió, regresandomelo. Con mi mano acaricie la suya y cerré los ojos.

Fue en cuestión de segundos que Liam se quedó dormido y yo me di cuenta un par de minutos después. Lo envidiaba, yo no podía dormir por más que lo intentara. Quise cambiar de posición hasta encontrar una más cómoda, pero su brazo me mantenía prisionera. Lo más que pude hacer fue darme la vuelta en sus brazos, quedando frente a frente.

Sus ojos estaban cerrados y respiraba con tranquilidad. Finalmente después de todo el día, ya estaba tranquilo y sin nada que lo preocupara, aunque sea dormido.

Y luego recordé la idea que se me había venido a la mente en la tarde; la canción para él.

No sabría como iniciar una canción sobre Liam. No quería que fuera algo muy empalagoso, pero si algo que demuestre mis sentimientos.

De repente, a mi mente llegó un buen consejo que me había dado Jessica hace tiempo.

«Cuando estés trancada, escribe tus sentimientos en una hoja sin importar si riman o no. Luego, verás como la canción se hará por si sola...»

Lamentablemente no tenía una hoja, ni tampoco sabía dónde estaban. Aunque si lo supiera, de igual manera me quedaría aquí y me conformaría con que mis sentimientos se quedaran en mi cabeza. Realmente, Liam dormido era algo que podría ver siempre y nunca cansarme. Lucía realmente tierno.

Como sea,

Nunca fui una persona que lograra ser muy expresiva, por lo cual pocas veces participaba a la hora de crear una canción.

Cerré mis ojos y a mi cabeza vino la imagen de él sonriendo, riendo y cuando una pequeña sonrisa se curvaba en sus labios cuando quería reírse de algo que no debía.

Sonreí.

Luego me vino la imagen de él cuando se enojaba. Siempre que lo hacía su mandíbula se tensaba, su mano se apretaba en un puño sin importar que tuviera algo en su mano o no. Y si estaba sentado, tendía a mover su pierna constantemente. Tampoco hacía contacto visual con alguien y si lo hacía tendía a ser por muy pocos segundos. Generalmente, se iba del lugar en el que estaba antes de hacer algo de lo que se arrepintiera.

Después lo recordé cuando se ponía triste, como en el caso de hoy. No tiende a prestar mucha atención a lo que sucede a su alrededor, se concentraba en la razón por la que se ponía así torturándose así mismo. Sus ojos se nublaban de lágrimas y a veces no las podía controlar y se quedaba llorando por un largo rato. También cuando retenía las lágrimas, trataba de distraerse con cualquier cosa que tuviera a su alcancé, aunque esos intentos la mayoría de las veces eran en vano, por no decir siempre.

Y no importaba en el estado en el que se encontraba, yo lo seguía amando más que nadie. Cuando sonreía, yo no podía evitar sonreír también, como si esa sonrisa pudiera solucionar todos mis problemas. Es increíble como con solo una sonrisa puede cambiar mi estado de ánimo.

Y cuando se enojaba, me hacía sentir bien saber que yo tenía el poder de calmarlo, recuerdo que una vez dijo que yo siempre tenía las palabras correctas. Y siempre trataba de aconsejarlo de la mejor manera, porque no había que negar que alguna vez era bastante terco para algunas cosas y por eso trataba de mantenerme a favor de ninguno a la hora de aconsejar.

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