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La medicina comenzó a surtir efecto después de unos minutos, tal como Jin se lo había prometido.

Jungkook empezó a experimentar los primeros síntomas del celo. El calor en su cuerpo y la sensación indescriptible del placer en cada rincón de él, haciéndolo sentir realmente necesitado.

Sus emociones pronto llegaron hacia Taehyung, quién se sintió un poco aturdido al principio. Pero luego logró acostumbrarse a la situación y calmar a su lobo, quién aullaba desesperado por ir con su pareja.

Taehyung sabía y estaba completamente consciente de que su lobo sentía algo especial por el omega, tanto que había pasado noches enteras soñando con el pequeño pelirrojo. Sin embargo, aún no lograba comprender la razón o el motivo de por qué su lobo se sentía de esa manera en presencia del menor.

Jungkook era demasiado bonito y había un brillo especial en él, lo admitía, como también admitía que su olor a cerezos lo atraía más de lo que deseaba admitir. Pero... había algo más, algo más que lo atraía, algo mucho más exquisito y que Taehyung añoraba y eso era....

Su sangre.

Taehyung había probado la exquisita sangre del menor durante la mordida y había quedado realmente fascinado con ella. Se imaginaba incluso al menor bañado de su exquisita sangre, lo imaginaba agonizando en sus brazos, suplicando por piedad y eso lo emocionaba aún más.

Sabía que no era normal, sabía que nada de lo que pensaba o hacía era normal y mucho menos correcto. Desde muy temprana edad, Taehyung comprendió que era diferente al resto, diferente a todo lo que conocía y lo rodeaba. Lejos de asustarlo, la idea le encanto y lo incentivo a seguir con sus extrañas ideas.

Encerrado en su habitación, planeando cosas que ni siquiera sus padres lograban comprender, actuando y diciendo cosas extrañas. Provocando la renuncia de cada uno de sus maestros y la muerte de más de uno, algunos aparecieron colgados, mutilados y en algunos casos no habían logrado reconocer el cadáver.

Los reyes intentaron de todo para controlar la situación y alejar el miedo del pueblo, aunque realmente lo único que les importaba era que nadie supiera del extraño comportamiento de su hijo. Para ellos, Taehyung era como cualquier niño y se negaban a aceptar que quizás era un peligro para todos.

Pero a pesar de los intentos del rey, algunos rumores, si lograron esparcirse por el reino. El pueblo empezó a decir que había un demonio en el palacio o que incluso el mismo príncipe lo era, pues toda persona que se relacionaba con él, acababa muerta.

Debido a los insistentes rumores, Taehyung debió alejarse de sus "prácticas" por un tiempo y concentrarse únicamente en su deber como príncipe, claro que siempre había una que otra persona que nadie extrañaría y que terminaba en sus manos. Pero admitía que esa rutina comenzaba a aburrirlo.

En todos esos años, nunca había encontrado a la persona indicada, a la persona que pudiera soportar cada una de sus torturas, cada uno de sus deseos.

Necesitaba a una persona que pudiera satisfacer sus necesidades como se debía. Y quizás por esa razón, es que se había fijado en el pequeño pelirrojo.

Su inocencia e ingenuidad lo había irritado al principio, pero luego se le hizo magnífico. La idea de destruir todo eso, la idea de destruir cada parte de Jungkook se le hizo emocionante, tanto que incluso, paso meses enteros sin conseguir una nueva víctima.

Taehyung no pararía hasta que la última pizca de cordura abandonará la mente de Jungkook. Lo convertiría en una de sus marionetas, en su fiel compañero.

Jungkook sería uno más de su colección.

—Príncipe —la voz de uno de los sirvientes lo saco de sus pensamientos. —Ya es hora de que consuma su matrimonio.

[CORRIGIENDO] Flor Marchita Where stories live. Discover now