Intro

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23 de noviembre - Distrito norte:

Los carruajes avanzaban con rapidez por los bosques del lugar, faltaba poco para qué llegarán a destino. Un destino desconocido para todas las personas a bordo, como el pequeño Jungkook Flores de siete años, que había sido arrebatado de su hogar, alejado de su familia y de todo lo que conoció una vez.

Secuestrado de un pequeño pueblo llamado Granger, dónde la mayoría de las personas dedicaban la vida entera al campo y los animales que tenían. Jungkook y su familia trabajaban en los cultivos de maíz y en la venta del ganado.

La venta no era buena, la paga menos y el trabajo era demasiado pesado para las personas de allí, apenas lograban subsistir con las escasas y casi nada de las ganancias que obtenían a lo largo de la semana. Tendrían suerte si obtenían dos comidas al día o si los bandidos no saqueaban sus hogares y se llevaban a sus omegas y cachorros de allí.

Los pueblos pequeños como Granger, eran saqueados de manera constante por los bandidos de la zona, encargados no solo de robar dinero o cualquier objeto que pudiera tener valor en las ferias del reino, sino, que también se encargaban de vender a los omegas y cachorros que secuestraban de los pueblos.

En esa ocasión, el pequeño Jungkook fue uno de los tantos cachorros secuestrados ese día, para ser esclavo del imperio al que se supone deberían obedecer por el resto de su vida.

El carruaje finalmente se detuvo y unos segundos después, alguien ya lo había obligado a bajar con bastante irá.

—Caminen rápido, ¿Qué esperan?—ordenó uno de ellos, como si no supiera que tenían los ojos vendados, lo que dificultaba aún más la caminata.

Jungkook jadeo adolorido, cuando una mano se posó en su brazo y lo empujó para ir más rápido, provocando casi su caída.

—¡Caminen rápido!

El menor decidió no hablar y siguió su camino, lo más rápido que podía. No sabía hacia dónde iban con exactitud, pero estaba claro que había más personas en el lugar, pues el bullicio era grande.

Se sintió avergonzado por un momento, en que pudieran ver el estado desagradable en el que se encontraba. Jungkook no tenía idea de cuanto tiempo había transcurrido desde que fue raptado, pero suponía que se trataba de varios días desde lo ocurrido, en los que ni siquiera les habían permitido asearse  o limpiarse el rostro al menos, por lo que suponía que su aspecto era más desagradable.

—¡Alto!—ordenó alguien y Jungkook inmediatamente detuvo sus pasos, chocando un poco con la persona que estaba delante.

—L-lo siento—murmuró apenado, pero sin recibir una respuesta clara de la otra persona. Por un momento se espantó de solo pensar que el Omega se hubiera molestado por aquella acción, pero afortunadamente no pasó nada más.

—Quítenles la venda

¿Finalmente podría ver? Jungkook se sintió emocionado con la idea de ver algo más que la simple oscuridad que lo rodeaba. Minutos después, finalmente sintió como alguien removía la venda de sus ojos y tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a la claridad del lugar.

—¿Un castillo?—murmuró sorprendido al observar el enorme salón en el que se encontraban, decorado de manera perfecta con colores, pasteles y algunas reliquias de oro alrededor. Era la primera vez que presenciaba ese tipo de reliquias desde tan cerca y de ese material tan llamativo para los inocentes ojos del niño, que apenas podía apartar la mirada de su alrededor.

—Quedesen quietos y cuidado con abrir la boca—ordenó uno de ellos, mientras pasaba por delante de cada uno. Los ubicaban en una fila y parecían revisar sus cabellos, estatura y complexión. Algunos eran apartados, mientras que otros aún permanecían en su sitio.

[CORRIGIENDO] Flor Marchita Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang