Extra VII

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Más vale tarde que nunca, ¿no?

....

Gustavo ¿ya no la quieres?

—¡Imposible!

Gustavo hizo una mueca burlona observando a su primo mirarlo con incredulidad mientras el pequeño novio de este parecía a punto de tener un ataque.

—¡No puedes decirlo en serio!

El moreno se encogió de hombros.

—No es tan difícil de entender, cuñis, solo pasó y ya.

—Pero... pero... —Luca presionó sus labios en una fina línea antes de suspirar—. Bien, supongo que es justo, luego de cuatro años creo... creo que es suficiente tiempo para ¿olvidar tu amorío adolescente?

Alberto bufó.

—¿Si quiera te gusta? ¿o solo lo estás haciendo para darle celos?

Gustavo, al contrario de la reacción que esperaban, simplemente negó con una sonrisa suave, por primera vez notando una expresión relajada y no burlona en el semblante del mayor.

—Sé que parezco un tonto inmaduro, entiendo que no me crean, pero ya tengo veinte, chicos, creo que ya era tiempo se superarlo —la leve risa que soltó no convenció del todo al menor de los presentes—, es más, apostaría que tardé demasiado en superarlo. Estef es una persona estupenda y me gusta ¿no es suficiente?

Ambos se quedaron callados unos momentos antes de que Alberto por fin le sonriera de lado a su primo y asistiera.

—Me alegro por ti, idiota. Ya era hora de que salieras con alguien y dejar de acosar a Giulia.

Pronto Gustavo, el que todos conocemos, volvió.

—¡¿Disculpa?! ¡Yo jamás acosé a la pelirroja! —el chico hizo un puchero ante las miradas de los otros dos—. Bueno, solo un poco. ¡Pero no fue tan malo!

—Claro —Luca soltó una risita—, pero fue por qué Giulia te descubrió a medio camino y terminaste en urgencias luego de que ella reaccionara lanzándote gas pimienta a los ojos.

Alberto rio burlonamente al ver la cara adolorida de su primo.

—Nunca la vuelvo a asustar, eso se los prometo.

El trío siguió conversando mientras salían de su refugio y saltaban al agua para volver al pueblo. Entre risas y bromas salieron hacia el puente sacudiéndose el agua por completo.

Gustavo sonrió con ternura cuando volteó a ver a los dos menores, encontrándose con Alberto sosteniendo la mano de Luca mientras esté se ponía sus zapatos.

La mirada que su primo dirigía hacia el castaño no podría ser otra más que de un amor tan puro que incluso a alguien ajeno haría suspirar.

—¿No tienes frío, Lu? —preguntó Alberto frotando con sus manos los delgados brazos de su novio.

Luca sonrió con cariño.

—Un poco, pero con que me abraces me basta.

No tuvo que repetirlo dos veces antes de que el moreno encerrara en sus brazos al más pequeño, repartiendo un sin fin de besos en su cabello.

Tal vez... ¿te quiero? Luca y AlbertoWhere stories live. Discover now