Capítulo 4: ¡A Nadar!

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Gracias por los casi 200 votos 🥺❤️ no me lo esperaba 😅

—¿Qué? —preguntaron los tres al unísono.

Todos miraron al trío de amigos entrar a la cocina con miradas sorprendidas.

—¡Lo que escucharon, bambini! (niños) —exclamó un hombre de pelo corto y gran bigote— ¡No hay peces, y sin peces, no hay trabajo!

—Tampoco debemos ser tan negativos —hablo Massimo tratando de tranquilizar a los niños—, puede que se trate de algún error, recuerden lo que solía pasar antes de que Alberto nos mostrara los lugares donde suelen estar los peces.

—¡Esto es diferente, Massimo! —grito otro con acento italiano— ¡Buscamos y buscamos! ¡NO HAY NI UNA MOJARRA A LA CUAL PESCAR!

Y los gritos volvieron a resonar por toda la casa, algunos a favor del comentario de Massimo, otros de acuerdo con el ultimo hombre que habló y los restantes diciendo extrañas teorías sobre porqué ya no había peces en el mar de Portorosso.

Alberto, viendo a los adultos con el ceño fruncido, dejó volar su imaginación, buscando alguna clase de solución hacia ese gran problema.

Sus ojos se iluminaron al tener una idea.

¡La mejor idea del mundo!

—¡Ya se! —exclamó el moreno llamando la atención de todos los presentes—. Ustedes dicen que no saben el motivo por el cual desaparecieron los peces, ¿no? —los hombres asintieron—, y por obvias razones no podrían descubrirlo ya que no saben nadar cómo nosotros, ni entender a los peces-

—Ve al punto, Alberto —comentó Giulia con cierto desespero.

—A eso iba, Giulia —respondió el chico mirando seriamente a la pelirroja—, lo que quiero decir es que su solución está literalmente frente a sus ojos ¡Luca y yo!

Massimo sintió que la sangre abandonaba su rostro.

Oh no, eso sí que no.

—Ni lo sueñen, es muy arriesgado —negó el gran hombre.

—Concuerdo con mi papá, ¡es muy arriesgado hacer algo como eso si no sabemos el motivo de la desaparición de los peces!

—¿Qué tal si se trata de un verdadero monstruo marino? —cuestión un hombre asustadizo.

—Por favor —dijo Alberto restándole importancia—, pasamos gran parte de nuestra vida en el agua, sabemos a lo que nos enfrentamos.

—Pero... ¡AHG! —se quejo la pelirroja—. Luca, dile algo para que entre en razón.

Luca, quien se había mantenido callado y pensativo hasta el momento, miró con cierto nerviosismo típico de él a los presentes antes de concentrar su mirada en los ojos esmeralda de Alberto. Su amigo demostraba seguridad y confianza, algo que el menor siempre admiraba de él.

En silencio, Luca noto como claramente Alberto le decía, sin necesidad de articular una sola palabra: "confía en mí".

Y claro que confiaba en él.

—Creo... creo que la idea de Alberto no es tan mala.

Todos los presentes, menos Alberto, miraron entre sorprendidos y atemorizados a Luca, ninguno esperaba esa respuesta de su parte.

—Después de todo —continuó Luca, incómodo—, conocemos el mar mejor que ustedes.

Tenían un buen punto.

(...)

—Prométanme que al primer suceso extraño ambos regresarán nadando lo más rápido posible —hablo Massimo mirando preocupado a ambos chicos.

Tal vez... ¿te quiero? Luca y AlbertoWhere stories live. Discover now