Capítulo 15: ¡Saltemos!

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Dedicado a: Lucy_u3u_BL por ser la primera en el capítulo anterior <3

Perdón por el trago amargo de antes, se los compenso con este capítulo... o algo así.

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Extraño.

Ambos amigos se sentían extraños.

¿Acaso esto era normal?

Estar uno frente a el otro, sintiendo sus mejillas arder, sus manos sudar y sus respiraciones chocar.

Era muy extraño, pero no era una sensación desagradable, de hecho, por el contrario, se sentían bien. Era algo nuevo, algo que ambos estaban descubriendo. Aquellos sentimientos que se acoplaban en sus corazones los hacían sentirse en calma uno junto al otro.

No podían explicar de que se trataba, solo... les gustaba.

Sus labios se rozaban, ambos habían cerrados sus ojos por completo, olvidándose del mundo a su alrededor y concentrándose en ellos mismos y en lo que sentían.

El amor si que era raro, pero a la vez era sumamente hermoso.

¿Se iban a besar?

Lo harían.

O al menos lo hubieran hecho de no ser por aquel estruendoso ruido debajo de ellos que los hizo separarse.

Vaya cruel que puede ser el destino en los momentos más inoportunos.

Luca y Alberto miraron hacia abajo, donde un grupo de hombres quienes hablaban sin parar, entraban a la posada donde estos dos amigos se encontraban.

El menor suspiro.

—Sera mejor entrar ―murmuro evitando al moreno.

Se dirigió a su cama planeando acostarse cuando sintió una mano sostener su muñeca.

Miró a Alberto y frunció el ceño al ver la expresión de su amigo.

Parecía como si hubiera visto un fantasma.

―¿Qué sucede?

Alberto tartamudeo.

―E-es el ―se aclaro la garganta antes de continuar―, el hombre que acaba de entrar es el asesino de mi madre.

Luca sintió que la sangre abandonaba sus mejillas.

―Oh no.

Ambos, como si hubieran estado de acuerdo, salieron del cuarto en completo silencio, se acercaron a las escaleras que daban hacia el bar y escucharon la conversación de aquella mujer que los atendió junto a los hombres que habían entrado.

―Quiero mis habitaciones ―ordeno aquel sujeto que Alberto había reconocido como el infame asesino de su madre.

La señora asintió temblorosa.

Le entregó seis llaves parecidas a la que le había dado a Luca y Alberto.

―Quiero otra ―volvió a hablar el hombre.

―Y-ya no tenemos dis-disponibles, señor.

Aquel señor dejo estampar su puño contra el escritorio de la mujer, espantando a sus acompañantes y a ambos chicos escondidos.

―¡Quiero otra habitación!

La mujer trago saliva.

―Hay unos niños allá arriba ―empezó a decir―, la verdad es que, si me pagaron por la habitación, pero creo que nadie notaría si ellos dos desaparecieran.

Tal vez... ¿te quiero? Luca y AlbertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora