Capítulo 19: Tal Vez... ¿Te Quiero?

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Dedicado a: @hdjdk_s felicitaciones xD😗✨

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—¿Estas seguro de que podremos entrar? —preguntó Alberto mirando con desdén aquella gran mansión frente a él.

—Relájate —Bruno sonrío—, con mi disfraz de empleado y el tuyo como invitado será pez comido entrar ahí.

El joven suspiro.

—Espero que tengas razón.

Ambos caminaron directo a las grandes puertas de metal que daban paso al lugar donde sería la fiesta más grande de toda Italia. Se pusieron sus antifaces y entraron, sin llamar la atención, al gran salón.

—De acuerdo —Bruno miró hacia todos lados, como si buscara algo—, quédate aquí. Iré a ver si puedo sacar información de donde esta tu amigo.

Alberto asintió.

Cuando el joven se quedó solo en medio de tanta gente extraña observó el lugar; grande, lujoso y decorado de punta en punta. Todo era muy hermoso, sobretodo la mesa llena de comida colocada en una parte del gran salón.

Los ojos de Alberto brillaron de emoción.

—Un bocadillo para los nervios no hará daño.

(...)

—Entonces ¿su hijo esta obsesionado por obtener atención? —preguntó Luca mirando sorprendido a la anciana frente a él.

La mujer, cuyo nombre era Beatrice, rio un poco ante el tono de sorpresa en la voz del niño.

—Así es, después de que mi hija y su esposo fallecieran mi nieto se quedó solo y, aunque no lo demuestre, sé que solo quiere que la gente lo vea, lo reconozca. Por eso tiene esa obsesión por coleccionar objetos o seres extraños.

—Cómo yo —agrego el pequeño con tristeza en su voz.

Beatrice sonrío.

—Ser extraño no es tan malo, ser ordinario si lo es —Luca observó curioso a la mujer—. ¿Qué tiene de interesante alguien normal? Si puedes ser diferente al resto, entonces séelo. Lo extraordinario siempre es lo más deseado, lo divertido, lo que te hace especial al resto. No es malo, es asombroso.

Luca miró enternecido a la anciana.

—Gracias.

—No tienes porque agradecerme —suspiro con tristeza—. Solo soy una vieja que habla contigo porque no puede liberarte de este encierro injusto.

—No lo diga de esa forma —negó Luca sonriendo ligeramente—, de no ser por usted y su compañía estaría solo aquí abajo a oscuras y sin nadie con quien hablar.

—No te gusta la soledad ¿eh?

El pequeño negó.

—Prefiero estar rodeado de gente.

—Pero —agregó Beatrice volteando su cabeza hacia la dirección de Luca—, tampoco puedes obligar a alguien a que se quede a tu lado.

El silencio reino en el lugar.

Luca recordó aquel sueño que había tenido la noche en que el cazador los encontró. Estar solo, sin sus amigos, sin sus padres... sin Alberto.

Alberto...

Lo extrañaba y mucho.

—¿Hay alguien en especial que quieres que se quede a tu lado? —preguntó la mujer con delicadeza.

Tal vez... ¿te quiero? Luca y AlbertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora