Capítulo 5: El Límite

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No pasó poco tiempo hasta que el extraño camino de latas se expandiera y más de esas cosas se encontrarán en la arena.

—Eso es lo que odio de los humanos —hablo Alberto con cierto recelo— ¡Mira! ¡Parece basurero!

—Aún no sabemos s-si fueron humanos —respondió Luca mirando nervioso a su alrededor.

Alberto solía hablar muy fuerte.

—¡Si, pero estas cosas son de los humanos! En parte son responsables.

Alberto tomo una de las latas para aventarla hacia la superficie, aunque sólo consiguió subirla unos centímetros antes de que volviera a bajar lentamente hasta clavarse en la arena.

Alberto chasqueo su lengua.

—Olvide lo diferente que es el mar a la superficie.

—C-creo q-que lo mejor sería estar en silencio, Alberto —sugiero Luca al ver como un pequeño tiburón pasaba lentamente frente a ellos, mirándolos como si fueran su nueva cena—, no sabemos que tipo de... peces podría haber aquí.

—Si, si —dijo restándole importancia—, lo que tú digas, amigo.

Alberto y Luca continuaron nadando en completo silencio hasta llegar a una zona donde la piedra y arena estaban más abajo, el lugar parecía estar más oscuro y la corriente del agua menos calmada.

—¡Mira! ¡Allí hay más latas! —exclamó el mayor.

Alberto nado hacia abajo queriendo llegar hasta la lata cuando escucho un <<¡No!>> por parte de Luca.

Sintió unos delgados brazos envolver su cintura y empujarlo hasta que ambos cayeron (o algo así teniendo cuenta que estaban en el agua), en la arena.

—¿Pero que...?

Luca se separó rápidamente mientras señalaba hacia dónde anteriormente Alberto estaba a punto de nadar.

—¡No podemos cruzar el límite, Alberto! —grito Luca olvidándose de las criaturas que podrían estar cerca de él— ¡Mamá lo dijo!

Alberto rodó los ojos, ya parecía contumbre hacerlo.

—Tu mamá no está aquí, Luca, además no podemos irnos después de todo el tiempo que llevamos nadando ¡sería haber perdido el tiempo!

—Pero... Alberto no lo entiendes, el límite es-

—Luca —lo interrumpió nadando hasta estar frente a frente—, no dejes que bruno te controle, es un gran manipulador, pero tu eres más fuerte que él.

Luca suspiro.

—No se trata de bruno, Alberto.

El nombrado se quejó.

—¡¿De quién más podría ser?! —preguntó exasperado.

—El límite es hasta donde podemos llegar —explicó Luca— porque lo que sigue de ahí ya no es nuestro territorio.

Alberto frunció el ceño.
—¿Cómo?

Luca suspiro.

—Es del clan aguamarina.

Espero cientos de preguntas por parte de su amigo, pero lo único que obtuvo fueron risas burlona de parte de él.

—¡Esto es serio, Alberto!

El nombrado dejó de reír poco a poco antes de volver a su sonrisa de "galán" habitual.

—Vamos, Luca, ¿aguamarina? ¿en serio?

Tal vez... ¿te quiero? Luca y AlbertoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant