Capítulo 41

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Amparada en las sombras de una habitación oscura, una mujer observaba como dos soldados elfos vestían el inerte cuerpo de su capitán, cuyo cadáver reposaba inmaculado sobre una sencilla mesa de piedra de una sala que el rey de Rohan tan amablemente les había concedido.

Un ligero olor a hierbas y aceite impregnaba el aire. A su vez, una plegaria se alzaba victoriosa sobre el inestable silencio.

Blyana podía sentir la presencia de sus amigos a su lado. Blyana podía escuchar la firme voz de Dharian entonar el lamento fúnebre pertinente en el entierro de un guerrero élfico. Blyana podía saborear el incienso y las hierbas aromáticas. Sin embargo, el único sentido del que Blyana era plenamente consciente era de la devastadora imagen que se desarrollaba frente a ella.

Haldir descansaba imperturbable, con las facciones serenas y la piel blanca como la porcelana. Sus ojos dorados, ahora carentes de vida, se escondían tras los sellados párpados y unas espesas pestañas.

No hubo largos cánticos ni grandes ovaciones, al contrario de lo que muchas historias marcaban tras la muerte de un honorable guerrero. Solo una pequeña comitiva, toda ella conformada por los escasos soldados que habían logrado sobrevivir y que tantos años llevaban al comando de su tío, además de sus compañeros y ella.

Blyana había logrado mantenerse estoica y serena durante la purificación del cuerpo. Se había mantenido imperturbable cuando dos de los soldados que habían servido bajo las órdenes de su tío habían procedido a vestirle de nuevo, ahora con ropas limpias y carentes de sangre. Y, en aquel instante, no dejó que el dolor quebrase la máscara que se había ceñido mientras seguía la estela del escuadrón de su tío mientras estos lo trasportaban hasta la tumba que horas antes habían procedido a cavar.

Era tradición entre el pueblo élfico enterrar en la tierra a sus difuntos. Blyana nunca había dedicado pensamientos de más a las tradiciones funerarias de su pueblo, pero en aquel instante sintió que era lo correcto. Pensó en el amor de su tío por los rosales, cómo siempre había intentado cuidar los que había en el jardín de su casa y como nunca había sido capaz. Vio su rostro lleno de tierra húmeda, las mangas de su estropeada camisa remangadas, el rastro negro bajo sus uñas. Vio su sonrisa satisfecha, el brillo de orgullo en sus ojos. Por ello, saber que el cuerpo de su tío reposaría eternamente en el seno de la naturaleza, le pareció la despedida más bella que pudiera tener.

Un cálido sentimiento se asentó en su pecho. Aquello parecía un designio de los Valar.

Las horas pasaron y, una vez terminado de sepultar el cuerpo, los soldados fueron desapareciendo tras, uno a uno, mostrarle sus respetos. Blyana dejó entonces que una sonrisa tensara las comisuras de sus labios y agradeció a todos ellos su tiempo, su coraje, y el profundo respeto que profesaban a su tío. Luego, fueron Legolas y Gimli quienes se alejaron para dar a la joven un poco de tiempo. El último que se marchó fue Gandalf, que con cauteloso silencio no había dejado de observar a Blyana.

El cielo se había tornado gris. Las nubes corrían sobre sus cabezas mientras la brisa se levantaba traicionera. Blyana era consciente de algunos mechones rebeldes de su cabello golpeando su rostro y su cuello; sin embargo, no le prestó atención.

No había lápida. Tan solo un montón de tierra removida y un conjunto de piedras que habían amontonado para marcar el lugar donde alguien yacía. Donde el último de su familia yacía.

—No es justo— susurró. Dejó que sus palabras fueran arrastradas por el viento, carentes de emoción. A su espalda, Aragorn desvió su atención de la tumba a ella.

—La justicia no reina en el campo de batalla— fue su única contestación. Él sabía que Blyana no era una necia. Ambos habían visto demasiadas luchas, ella sin duda muchas más que él, y no era ningún secreto para ambos que, quien verdaderamente poseía el poder en el campo de batalla, era el azar.

Blyana {El Señor De Los Anillos ~ Legolas} // #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora