Capítulo 2

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Los días fueron sucediéndose, uno detrás de otro. Cuando el sol alumbraba los caminos los tres jinetes recorrían grandes distancias, atravesando bosques y páramos, pero en cuanto el astro se ocultaba se detenían a descansar. En su momento Blyana les había dicho que era peligroso avanzar por las noches, que orcos y otra serie de criaturas desagradables aprovechaban la oscuridad para dar caza. De modo que uno de ellos siempre hacía guardia. A pesar de que la mujer parecía saber orientarse por los caminos, no los consideraba muy seguros. Necios son los que no temen a la penumbra en estas tierras, había murmurado una vez.

Llevaban ya semana y media de viaje cuando acamparon por primera vez contra las montañas que separaban Mordor de Gondor, las Ephel Dúath. Las tareas se las habían repartido como hacían siempre, llevados por la costumbre. Aquella noche Legolas tuvo la dicha de encontrarse con un corzo que vagaba en solitario, cazándolo para la cena.

Además, la relación entre el hombre, el elfo y la mujer se había afianzado. Muy atrás había quedado ya la desconfianza y poco a poco iban descubriendo las personalidades e historias de los otros. Aragorn les había contado sobre su vida como montaraz desde que cumplió los veinte años, explicando que había pasado su infancia y juventud viviendo entre elfos; Legolas les describió en numerosas ocasiones los paisajes de su hogar, en el cual ninguno de los otros dos había estado. Les habló de sus grandes árboles, de los nidos de arañas que él frecuentaba cuando era niño, las majestuosas fiestas. Y Blyana les contó muchas de sus aventuras como mercenaria, hecho que intrigaba de sobremanera a los otros dos. A aquellas alturas del viaje ya se habían familiarizado con la afición del montaraz por el fumar en pipa, el gusto de la mujer por las hojas de menta y la, como describía la joven, innecesaria manía del elfo por mantener sus flechas en perfecto estado, a pesar de casi no haberlas usado durante ese tiempo. La soledad a la que se vieron sometidos y el tener que estar juntos en todo momento ayudó a forjar una relación.

En cuanto a la criatura Gollum, hacían el amago de seguir un sutil y casi inexistente rastro que había detectado Aragorn. Fue cuando pasaron el río Anduin y entraron a la región de Ithilien. Por lo que el montaraz había intuido, la criatura había intentado cruzar el río, fracasando en el intento, por lo que había vuelto sobre sus pasos y había regresado al abrigo de la cordillera, resguardándose en sus cavernas y viajando hacia el norte, seguramente en búsqueda de una forma de cruzar el caudaloso río. Y allí se encontraban ellos, amparándose en la falda de las montañas.

De nuevo la noche se había cernido sobre ellos. Sobre sus cabezas el firmamento se había teñido del más oscuro negro y las estrellas apenas eran visibles, escondidas tras un manto de nubes. La brisa ligeramente helada, a pesar de encontrarse en las tierras del sur, golpeaba al trío. Se introducía entre sus ropas, erizando su piel. Ni siquiera la protección de las rocas parecían disminuir su impacto. Los tres se encontraban sentados juntos, en un intento desesperado de infundirse calor. La pequeña fogata frente a ellos apenas ayudaba.

—El invierno arrecia en estos tiempos— la observación del elfo, que miraba atento como sus compañeros soplaban aire caliente sobre sus manos, resultó de lo más obvia e innecesaria para la joven y el montaraz. Ella rodó los ojos.

—Gracias Legolas, jamás me hubiera dado cuenta— dijo Blyana, irritada por la sensación de frío. El elfo no se lo tomó en cuenta. Hacía tiempo había descubierto que el uso de la ironía era de lo más común en la joven, y que no lo empleaba a modo de ataque, sino como hábito. Por ello hizo caso omiso a sus palabras.

Legolas observó cómo, de nuevo, una oleada de frío les recorría. A él apenas le afectaba. Su temperatura corporal era elevada, y pocos climas solían afectarle. Era una de las particularidades que poseían los elfos. Sin embargo, era consciente de que sus compañeros eran mucho más sensibles que él, y que para ellos esa simple brisa estaba resultando un gran inconveniente. Por ello también se había arrejuntado, intentando ayudarles a entrar en calor.

Blyana {El Señor De Los Anillos ~ Legolas} // #PGP2023Where stories live. Discover now