Capítulo 22

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Las embarcaciones se hallaban en la zona sureste del bosque, allá en el Cauce de Plata.

Como bien habían planeado, recorrerían el río hasta que este desembocara en el Anduin y, una vez allí, continuar hasta Tor Brandir y allí descender de nuevo en tierra. Una vez en la orilla occidental discutirían cual sería entonces su ruta.

Haldir los llevó a través de los caminos del bosque.

La Compañía pudo deleitarse con la bella imagen de los altos pinos y las altas hayas, de las hojas decoloradas y el aroma salvaje, el crujir de la tierra bajos sus pies y los rayos que se colaban entre las copas y besaban sus pieles. A diferencia de su primera vez, puesto que ya no llevaban venda que les impidiese mirar, los integrantes admiraron y absorbieron todo a su alrededor.

Les llevó casi medio día de viaje. Atravesaron un par de asentamientos, apenas habitados por varias familias, y se detuvieron por unos minutos en el puesto fronterizo de la zona este, donde Haldir habló con el capitán pertinente. Una vez tuvieron el paso asegurado, siguieron más hacia el sur. No fue hasta cuando el sol brillaba en lo alto que llegaron.

Para su sorpresa, un pequeño y sencillo embarcadero de madera blanca se adentraba en el bravo río. A su alrededor, una generosa comitiva de elfos los esperaba.

—Amigos míos, me alegra que al fin lleguéis— Celeborn, que se hallaba junto a un par de elfos de rostro pétreo y mirada solemne, les sonrió y se dirigió hacia la Compañía.

Entre damas, señoras y elfos del consejo, allí había más de diez personas. Además de sirvientes y los propios Señor y Dama de Lórien. Repentinamente, algunos de los integrantes comenzaron a sentirse incómodos.

Haru en amin (Mi señor)— saludó Haldir elaborando la pertinente reverencia protocolaria. Celeborn lo miró con calidez.

—Gracias por haber accedido a guiarles hasta aquí, Capitán.

—Al contrario, mi señor. Gracias a ustedes por permitirme poder despedirme de mi sobrina antes de su partida— tras sus palabras, el elfo irguió la cabeza y el tronco.

—Es un placer poder veros de nuevo— la dulce voz de Galadriel se coló entre el grupo de viajeros. Como un imán, todas las miradas recayeron en la delicada figura femenina que parecía flotar hacia ellos. La elfa llevaba el laceo cabello suelto, apenas sujeto por una tiara de plata y cristal, y un impecable vestido blanco caía sobre su cuerpo y parecía brillar con vida propia. Les dedicó una de sus sonrisas. -Hoy será nuestra despedida y con vosotros partirá nuestra esperanza.

Gimli miró a la Dama y sintió como todo su interior se calentaba. Tan solo su imagen parecía calmar aquella volatilidad propia de la raza enana y entraba en un extraño trance de paz. Gimli sentía que podía estar edades enteras admirando el bello rostro de Galadriel.

—Es un honor gozar de su compañía en nuestra despedida, mis señores— Blyana se llevó la mano al pecho y se inclinó, con el agradecimiento pintado en su mirada.

Galadriel enroscó un brazo con el de la joven, con una sonrisa ligera en sus finos labios.

—Por favor, disfrutad de una última comida con nosotros y pronto os dejaremos partir. Me avergüenza que, a pesar del tiempo que habéis estado en nuestro hogar, no hayamos podido compartir mesa.

La Dama encabezó junto a Blyana la marcha de la Compañía hasta una pequeña carpa levantada. En ella había varias mesas colmadas de manjares y diversos divanes y cojines desperdigados para poder disfrutar de la comida. En la carpa ya los esperaban el reducido grupo de la nobleza. En ella se hallaban los cinco elfos pertenecientes al Consejo de Sabios y sus respectivas esposas.

Blyana {El Señor De Los Anillos ~ Legolas} // #PGP2023Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum