32. Dulce, dulce debilidad

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Capítulo 32. Dulce, dulce debilidad

Si no sientes ira y miedo, estás en el lugar equivocado.

—¿Qué se supone que vamos a hacer? ¿Matarlo y restregarlo en el rostro de Kral?

—No suena como una mala idea —me responde Thomas. 

Elevo una ceja hacia él.

—No puedes hablar en serio. 

—Mandó a mi padre al hospital, te torturó y a Teinner. ¿Debo agregar más al asunto?

Paso la lengua por mis labios. 

—¿Quieres matar a un bebé? 

—Solo debo imaginar que es un Hitler bebé. 

Teinner me quita la hoja y se pone a leer con detenimiento.

—No es necesario matarlo si podemos utilizar la información a nuestro favor. 

—¿Una amenaza? —comento a Teinner. 

—Eso solo haría que esconda a su hijo y nosotros nos quedamos sin coartada de ataque. —Thomas se pasea de un lado a otro pensando—. ¿Y si los secuestramos? Al bebé y la madre. Tendríamos algo seguro. 

Mi celular comienza a sonar, rompiendo la conversación sin sentido que estamos teniendo. El número no se identifica y dudo un segundo antes de contestar. 

—¿Si? 

—¿Encontraste la bodega? 

Miro hacia Teinner, transmitiendo mi malestar cuando reconozco la voz de Seanna.

—Hola Seanna. 

Los dos hermanos se quedan quietos, escuchando mi conversación.

—No trates de esquivar mi pregunta. 

—¿Por qué estás tan curiosa? 

—Porque sé qué sabes algo que yo no y odio estar en desventaja. Ya sabes que me gustan los secretos. 

Señalo a Thomas moviendo los labios para esconder todo mientras Teinner guarda los papeles de Kral en su disfraz. 

—No tengo más secretos. 

Seanna chasquea la lengua al otro lado de la línea. 

—Mentirosa, mentirosa. Puedo detectar el temblor de tu voz y cómo la respiración se te acelera. A menos que sientas algo por mí y que por eso te pongas nerviosa. 

Me río sin mucha gracia.

—Seanna, estás confundida. Tú eres la que está desesperada por conseguir ese collar de regreso —golpeo con la información para cambiar de tema y centrarme en algo que pueda manejar. 

Los ojos de Teinner miran mi collar y regresan a mi rostro. Su cerebro conecta la información y la boca se le entreabre por la sorpresa. 

—¡¿Qué carajo?! —murmura Teinner bajito.

—¿Qué pasa? —dice Thomas. 

—Tai y Seanna se iban a casar —contesta su hermano mayor. 

El rostro de Thomas se frunce por el horror. Sacude la cabeza en negación, intentando convencerse de aquello. 

Me mira y le doy la respuesta correcta cuando asiento la cabeza. 

—¡¿Qué?! —grita de frustración. 

—Veo que estás ocupada. Dejaremos está conversación para cuando estés sola.  Adiós querida. 

La pantalla de mi celular me informa que la línea se corta de inmediato. Acabo de descubrir un punto débil en Seanna que no imaginé que tendría. 

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