17. Fresa podrida

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Capítulo 17. Fresa podrida

Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa.

Ella se volvió un maldito dragón.


Cuando estás en un funeral es común encontrar personas que nunca habías visto, que se acercan hasta tu lado luciendo tristes y que dicen que sienten tu pérdida.

Personas que no sabías que existían hasta ese momento.

Que repiten una y otra y otra vez las mismas palabras, como si realmente entendieran lo que es estar en tu lugar.

Personas que fingen demasiado, fingen sentirse mal por la ausencia de alguien. Fingen sentir tu dolor. Fingen solo por las apariencias, con sus ropas negras elegantes, sus peinados y rostros impecables.

Y eso es lo único que estoy viendo ahora.

Cuando leo la parte que alguien muere en un relato, siempre lo describen como un día lluvioso, con el cielo oscuro y el viento que corre tan fuerte que hace volar tus sueños kilómetros lejos.

Pero no esta vez, no en el funeral de mi madre.

El día es tan abrasador que los presentes han tenido que quitarse sus abrigos oscuros; con lo que han tenido a mano, se abanican el rostro para ahuyentar el calor y lucen desesperados porque termine para salir despavoridos hacia alguna sombra donde se puedan proteger.

Miro a mi padre, parado estoicamente a mi lado sin mostrar ningún signo de dolor y es que, nunca lo he visto llorar o sufrir, no antes y ahora peor.

No con la muerte de mamá, a la que nunca le importó.

No sé por qué esperé ver alguna lágrima cayendo por su mejilla, al menos alguna falsa, pero, esto solo duele.

Jason está a mi otro lado, con gafas de sol para que no se note las ojeras que ha estado teniendo durante días desde que papá nos contó la verdad sobre su madre.

Luce ansioso, reconozco esa etapa porque ya ha pasado por ella antes.

Está ansioso por ingerir algo de alcohol.

Y yo estoy en el centro de ellos, viendo como el sacerdote habla sobre el amor de su familia, el perdón y de la catástrofe de perder a un ser querido; el ser querido que, al parecer, sólo yo quería.

Las flores favoritas de mamá están sobre el ataúd de madera blanca.

Orquídeas de color rosa relucen con el contraste del color, una foto de ella está en una esquina y luce completamente diferente a la última vez que la vi.

Su sonrisa es tan hermosa como ella, sus ojos, del mismo color que los míos, lucen alegres. Está tan joven y se ve tan vivaz que no la reconocerías desde que entró al hospital.

Escucho algunos sollozos de mis tías, las parientes de mamá que nunca fueron a visitarla y que ahora se arrepienten de eso.

Qué triste es saber que pensabas que tenías todo el tiempo del mundo para visitar a alguien y que te lo arrebaten de un día a otro y que ahora, cuando ya se ha ido, te aflijas por no haberlo hecho.

-El perdón está con los hijos de nuestro Señor.

He escuchado que ha dicho la palabra perdón doce veces con esta. Implorando para que mamá entre al reino en el cielo, pero en el que no lo hará porque el suicidio es condenado por la religión.

Qué extraño es saber que si te suicidas no podrás estar en el lugar al que todos desean ir, es extraño saber que se te prohíbe el paso hacia un lugar al que quizás ni desees ir.

Barracuda ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora