22. Cronometrando la sangre

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Capítulo 22. Cronometrando la sangre

De las cenizas resurgirá el ave fénix, como el secreto que no vieron venir.

Como el corazón roto que tendrán cuando sepan la verdad.

Odio el sonido que hace el reloj. El tic tac que se va volviendo más fuerte, más poderoso haciéndose presente en el silencio que me entumece y me envuelve.

Haciéndome saber que el fin de mes se está acercando y mi tiempo se está agotando lentamente.

El tiempo se ha vuelto agua en mis manos y no logro atraparlo e intentar que no se escape, que el tiempo no corra hasta el estrepitoso final que me depara mi vida.

Veo el reloj de pared, el péndulo se mueve de un lado a otro haciendo saber que el tiempo se está agotando y que el único plan que tengo en mente debe empezar a volverse realidad.

Estoy sentada en la sala, tomando una copa de vino esperando a que llegue Jason para poder platicar de la fiesta que está organizando para Sebastiano. Una fiesta a la que no deseo ir pero que debo hacerlo.

La gran diferencia entre tener y querer.

El golpe de la puerta contra la pared hace que salte y veo como mi hermano se encamina hacia el estudio sin percatarse de mi presencia.

Camino suavemente detrás de él para asustarlo, pero me detengo escuchando la conversación que está teniendo con alguien al otro lado de la línea.

—Ella lo hará, se casará con tu hijo, lo prometo. Déjamelo a mí, yo me encargaré del comportamiento infantil de mi hermana. —Cierra la puerta detrás de él.

Estoy estupefacta, casi no respiro, ya no siento nada. La única persona en la que confiaba me acaba de traicionar y vender.

Por eso confiar es difícil, por eso no se debe confiar en nadie.

Me acerco a la puerta escuchando los susurros bajos que está teniendo con el padre de Erick. Y cuando pensé que no podía estar más sola, la vida me recuerda que si puedo.

Abro la puerta haciendo que Jason se alarme y cuelgue el celular con un sutil:

—Te llamaré luego. —Sonríe, alegre de verme como si no hubiese pasado nada. Y eso es lo que más me duele.

—¿Con quién estabas hablando? —pregunto fríamente.

Menea la cabeza señalando con la cabeza que tome asiento frente a él.

—Eran unos negocios.

Ahora me he convertido en un negocio.

—Estabas hablando de mí, lo escuché Jason. —Su rostro cambia, pero no me demuestra remordimiento alguno, lo que solo hace que me moleste más—. Estabas planeando mi futuro. Confíaba en ti.

Exhala, parándose y dirigiéndose a mi lado pero retrocedo con dolor palpable, con furia.

—No lo entiendes, es sólo para aparentar —explica sujetando mis hombros con firmeza, mirándome con interés—. Necesito que confíes en mí, nunca haría nada que te ponga en peligro. Todo esto es porque pienso en tu bienestar y en el mío. Tú y yo. No me importa un carajo nadie más.

—Solo soy una pieza en el tablero del poder que ustedes están jugando —digo con dolor.

Suspira consternado y afligido. Sus ojos cafés, igual a los míos se mantienen duros y decididos y tengo miedo por mí misma. Niega la cabeza con frustración.

Barracuda ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora