41. Conflicto y armonía

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Capítulo 41. Conflicto y armonía

"Así que este no es el final. Hoy te vi otra vez. Cambiaré lo que siente mi corazón."

Barracuda - Heart

10 meses después...

Los zapatos de tacón suenan cuando entro en la habitación de operaciones. Nadie se da la vuelta para verme, saben quién soy. No necesito decir mi nombre para que me reconozcan.

Las pantallas están enfocadas en los jugadores, cambiando constantemente en los rostros, viendo si existe alguna anomalía. Nunca sabes cuando alguien quiere pasarse de listo, siempre hay alguno que piensa que puede salirse con la suya.

Mi teléfono comienza sonar y exhaló con frustración.

—¿Qué pasó ahora?

Oh... Sí señora, tenemos listo su auto.

—Gracias, pero deja de decirme señora. Te lo he dicho cientos de veces —digo sin dejar de mirar hacia las pantallas.

Si, sí señora.

Que chico.

Cuelgo y guardo el teléfono sin ganas de convencer a alguien que parece que le entra la información por un oído y le sale por otro.

Paseo por detrás de los asientos de los encargados que están vigilando las pantallas. Todo parece ir en control, como siempre lo hace. Como siempre sucede cuando estoy detrás de todo esto.

—Eh. ¿Lilia? Tenemos un contador.

Aún me cuesta acostumbrarme a mi nuevo nombre. Dejé de ser Cali Bloom hace meses y tengo temor de escuchar que alguien me diga por ese nombre, porque solo el pasado sabe ese nombre.

Giro hacia Janet que está al fondo de la habitación, con sus gafas anchas y las dos coletas que la hacen parecer una estudiante de colegio.

Bajo la cabeza para ver en el monitor la espalda de un hombre que está en la mesa de blackjack.

—Muéstrame.

Janet cambia la cámara y ahora se nota el semblante del... No puede ser. La respiración se me entrecorta, las manos me tiemblan y retrocedo en el tiempo. Retrocedo hace meses, cuando dejé eso.

Solo que ahora me encontraron y no estaba lista para que eso sucediera.

Aparto a Janet y acercó más la cámara al rostro que conozco demasiado bien. Él eleva la cabeza, mirando hacia una de las cámaras que están fijadas en el techo.

Cambio la imagen, buscando lo que está mirando. Y cuándo la encuentro, un balde de agua me hace erizar la piel.

Tai Klein está aquí.

Y eso significa que voy a morir.

Sonríe de lado hacia la cámara, mirando fijamente, como si me estuviera viendo a mí.

Él sabe que estoy aquí.

—Llama a los guardias. Quiero que lo encierren en una de las habitaciones —pido con voz temblorosa.

Janet me mira de soslayo con una pregunta en su rostro, pero se enfoca en hacer su trabajo y no en preguntar por qué me he puesto como un fantasma.

—Tenemos un contador en la mesa tres de blackjack. Usa un traje azul marino. Necesito dos guardias para que lo trasladen a las habitaciones blancas. Repito, tenemos un contador.

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