O.S 44: "It's not your fault"

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¿Cómo llegué aquí? ¿Cómo es que no me atreví a ver las señales?

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¿Cómo llegué aquí? ¿Cómo es que no me atreví a ver las señales?

Escucho con cautela, esperando a que el chirrido de su auto estacione frente a la casa, y sigo con impaciencia lo que hacía.
Distribuyo con delicadeza la base del color de mi piel en mi rostro y observo detenidamente que haya quedado aceptable.
Deslizo los mechones de mi cabello oscuro detrás de mis orejas y respiro hondo por la nariz al mirarme en el espejo.

No me gusta lo que veo. ¿Quién se supone que es la que me devuelve la mirada?
No la reconozco. Ni siquiera puedo sostenerle la mirada porque el corazón solo me late con fuerza, con dolor.

Lanzo la cabeza hacia atrás, intentando que las lágrimas que se agolpan en mis ojos se vayan y acaricio suavemente mi pecho.
Me concentro en la sensación de mis dedos acariciando mi piel en círculos y poco a poco siento como el desbocado latir de mi corazón comienza a disminuir.

Apago la luz del baño, evitando cruzarme con el reflejo en el espejo y me dirijo a la cocina para terminar la cena.
Quiero tener todo listo para cuando él llegue. Debe estar todo perfecto. No puedo atreverme a cometer un error o no sé cómo podrían acabar las cosas.

El reloj en mi muñeca me avisa que en diez minutos serán las nueve de la noche y solo eso desata un malestar insoportable en mi estómago.
Giro una y otra vez el tenedor sobre el plato de cerámica con impaciencia.
Repaso una y otra vez lo que haré si todo sale de acuerdo al plan, y por un instante me permito soñar.
Me permito pensar que todo puede cambiar.

El chirrido del auto en las piedritas de la entrada me sobresaltan y rápidamente acomodo el tenedor en su lugar.
En cuanto me dispongo a abrir la heladera para tomar una cerveza helada, escucho como la puerta se abre y como mi corazón da un vuelco por la ansiedad.

—¿Acaso hoy es Navidad?—bromea al entrar a la cocina mientras se arremanga la camisa a cuadros hasta los codos.

—Dijiste que querías tener la cena lista al llegar de trabajar y eso hice—comento con una leve sonrisa al extenderle la botellita de cerveza.

—No puedo creer que por primera vez en tu vida me hayas hecho caso—responde aceptando la bebida—. Creo que nuestra charla de ayer dio sus frutos.

Su pulgar se dirige a mi mentón y por un segundo el aire deja de llegar a mis pulmones. Cierro los ojos esperando el contacto de su agarre en mi piel y suelto un leve jadeo al sentir que acaricia mi mentón.
Al abrir los ojos me encuentro con una mirada oscura y burlona. Le gusta lo que ocasiona en mí. Le encanta sentirse poderoso y es exactamente lo que debo darle si pienso salir de aquí con vida.

—Siéntate así comes la cena caliente—susurro con una forzada sonrisa que solo hace que mi rostro duela.

Él sonríe de lado, dándole un trago a su bebida y se sienta en la cabecera de la mesa mientras observa todos mis movimientos.
Quiere ver si me equivoco. Quiere un motivo para perder los estribos y volver a golpearme como lo hizo anoche.

Chris Evans | One ShotsWhere stories live. Discover now