Capítulo 12.

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Horas después, Greg condujo el coche a un pequeño centro comercial y redujo la velocidad al acercarse a los badenes.

—De acuerdo, María José... —Daniela soltó un suspiro de exasperación—. Es la última cita del día. Si no te gusta este lugar, tendrás que elegir uno de los otros ocho que hemos visto, porque no pienso dedicar ni un día más a esta mierda.

—¿En serio? Se trata de nuestra boda, ¿no quieres que sea perfecta?

—Ni siquiera tenemos que celebrar la boda, y lo sabes. Yo solo quiero casarme contigo, y cuanto antes, mejor.

Suspiré. Desde que había insistido en contratar una empresa de catering para la celebración, habíamos estado entrevistándonos con diferentes empresas. Aunque la mayoría eran buenas, ninguna me había dejado impresionada. O bien la ejecución era un poco burda, o bien la presentación no era lo suficientemente llamativa o bien el sabor dejaba que desear.

—Vale... —concedí—, trataré de no mostrarme muy crítica. La última no era mala, es que...

—¿Es que qué?

—Es que no eran como ese sitio de Pittsburgh, Stella's. Acostumbraba a recurrir a ellos para los eventos de la empresa y estaba genial. Era una empresa pequeña, pero la dueña hacía magia. Siempre se esforzaba todo lo posible para asegurarse de que los postres y delicatessen eran perfectos. Además, jamás he comido nada tan delicado en mi vida. Creo que me pongo a compararlo, y claro...

Se acercó y me cogió la mano.
—Si tenemos que buscar un día más, no pasa nada. Quiero que sea la boda de tus sueños.

—¿Eso quiere decir que me darás un mes a mayores para planificarla?

—No. —Puso los ojos en blanco—. Y la próxima vez que me lo preguntes, te arrepentirás. —Me besó en la mejilla al tiempo que el coche se detenía—. Ni siquiera me lo vuelvas a insinuar, María José...

Greg abrió la puerta trasera y me tendió la mano para ayudarme a salir. —Señorita Daniela, señorita Garzón... —Se aclaró la garganta.

—Gracias, Greg. —Salí y miré el logo que pesaba sobre el pequeño edificio color crema. Era una rosa blanca y rosada con el nombre:

«CATERING "FELICES PARA SIEMPRE". DE UN CORAZÓN FELIZ A OTRO».

Había pastelitos de color menta en los escaparates de la tienda, y cuando vi el reflejo de una mousse de vainilla en copas de champán, tuve la esperanza de que podría haber encontrado la empresa perfecta.
Daniela me abrió la puerta, y entré con la boca abierta. Las paredes estaban pintadas con rayas blancas y plateadas que resultaban la combinación ideal con los expositores que había por doquier.

En el interior de ellos, se podían ver macarons de brillantes colores y tartaletas con un aspecto extraordinario. También había tartas de queso con fresas baby que parecían recién hechas.

—Ven..., mira esto. —Le señalé una fuente de chocolate blanco—. Mira cómo flotan las galletas, y todas con la letra C. ¿No es precioso? Han preparado a fondo la entrevista.
—Son muy creativos. Me gusta.
Me acerqué a la vitrina de los hors d'oeuvres dulces e inspeccioné el cupcake de cereza y los pastelitos en miniatura. —Tengo un buen presentimiento con estos. —Sonreí—. La presentación es increíble, y ni siquiera hemos visto las frutas. Te apuesto lo que quieras a que son increíbles.

De repente, se abrieron las puertas francesas que había a la izquierda y salió una jovencita rubia que no aparentaba más edad que mis hijas.
—Buenas tardes —dijo después de aclararse la garganta—, Señorita Daniela y futura señora Calle. Bienvenidas a «Felices para siempre». La gerente está concluyendo una llamada de última hora en este momento, pero me encantaría mostrarles nuestra galería hasta que ella pueda continuar personalmente.
Asentí y la seguimos a una enorme sala de espejos en las paredes y lámparas de araña en el techo.
—Aquí es donde exponemos nuestras creaciones con frutas. Como habrán visto, podemos servir bodas de hasta quinientas personas; más asistentes requerirían un cargo adicional, y solo podemos atender hasta dos mil debido a la licencia.

MI JEFA OTRA VEZ | PT2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora