Capítulo 9.

3.9K 171 0
                                    

CALLE

—No quiero que Richard Hayes se acerque a menos de diez kilómetros de mi prometida. ¿Ha quedado claro?

—Sí, señorita.
—Por supuesto, señorita Daniela.
—Como desee, señorita.

Todos los jefes de la unidad de seguridad personal asintieron con la cabeza.

—Quiero saber por qué está aquí este fin de semana, y, si continúa más tiempo,
debemos encontrar la manera de que se largue de nuevo a Pittsburgh. Vivo o muerto.

—Señorita Daniela... —Greg me miró con los ojos entrecerrados.

Puse los ojos en blanco.
—Vivo o apenas muerto... Eso es todo.

Esperé a que desaparecieran antes de hundirme en la silla.
La noche anterior había estado demasiado enfadada para dormir, y por el aspecto que tenía María José cuando se despertó, ella tampoco había descansado bien.

Por un lado, me alegraba que me hubiera contado que Richard se había presentado sin invitación en la tienda, pero, por otro, estaba enfadada conmigo misma. Si hubiera llegado unos minutos antes, me podría haber asegurado personalmente de que no volviera a molestarla otra vez.

María José era mía. Punto. No tenía ganas de que él intentara volver a formar parte de su vida, o lo que cojones estuviera tratando de hacer ahora que ella era feliz. Había tenido que esforzarme mucho para reparar el daño que ese hombre le había hecho, había sido difícil ganarme su confianza y demostrarle que podía volver a ser amada, y no iba a permitir que ese capullo lo estropeara.

«Necesito beber algo...».

—Señorita Daniela. —Angela entró en el despacho sin llamar.

—¿Le pasa algo al intercomunicador?

—Tengo privilegios especiales. Además, estoy ocupándome de un tema de Juli, así que va a ser un poco loco.

—¿Por qué estás ocupándote de algo de ella?

—Tiene una cita para desayunar. —Se encogió de hombros—. Lo que no es un problema: regresará dentro de dos horas. De todas formas, acaban de confirmar la entrega diaria de flores para la señorita Garzón, la reunión con Tecnológicas Flynn está programada para el mediodía y la entrevista con la organizadora de bodas y la señorita Garzón está fijada a las tres. Además, tiene también una cita con su madre y la psicóloga a las cuatro y media.

No había oído nada después de «cita para desayunar». Juli no me había mencionado que estuviera saliendo con nadie desde hacía meses. Así que tenía que ser un error.
Negué con la cabeza y me obligué a creer que mi hermanita había dicho «cita» en lugar de «reunión». Por otra parte, había visto que María José y ella se habían reído de algo en la cena, hacía unos días, y que ninguna de las dos parecía interesada en contármelo.

—Y el Foster City Center le ha otorgado el Premio Anual Humanitario. — Angela puso un sobre encima del escritorio—. Me han dicho que la ceremonia se adaptará a su horario. Sé que ya ha decidido el mes, pero ¿sabe ya la fecha concreta de la boda?

—Todavía no... —Me recliné en la silla—. Envíame un mensaje más tarde; creo que al final del día lo habremos decidido.

—Por supuesto, señorita. ¿Necesita algo más de mí antes de que me ponga con asuntos ejecutivos?

—No, Angela. Gracias.

En cuanto salió del despacho, cogí el móvil y llamé a Andrew.

—¿Sí? —respondió—. ¿A quién queremos acechar este hermoso día?

MI JEFA OTRA VEZ | PT2Where stories live. Discover now