Capítulo 36.

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Por razones personales he decidido adelantarles los últimos capítulos, puesto que no quiero quedarles mal, y tampoco dejar inconclusa la historia.

Aquí tienen los últimos 5 capítulos + final + epílogo.

Ah y también nuevamente habrá una nota, pero, no se emocionen, no es una sorpresa,  y tampoco crean que hay una tercera parte jaja, más que nada es un pequeño anuncio personal. Así que por favor estén pendientes.

Así que sin mas que agregar, espero y disfruten de estos últimos capítulos.

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POCHÉ

DOS SEMANAS DESPUÉS...

Atravesé la habitación lentamente, ignorando el leve dolor en el pie derecho mientras le suplicaba a mi cuerpo que siguiera en movimiento.

«¡Un poco más...! ¡Un poco más...!».

Di cinco pasos más y me derrumbé en el sofá cuando llegué a el.
La fisioterapeuta aplaudió antes de darme un vaso de agua.
—Muy bien, señorita Garzón. —Estaba radiante—. Han sido dos horas de
entrenamiento. Va a recorrer el pasillo con facilidad. ¿Su prometida le deja esforzarse un poco más ahora que está en casa?

«No...».

Le dije que sí, pero Daniela no me dejaba mover un dedo. Se había tomado vacaciones en la empresa para poder atender todas mis necesidades. Incluso había organizado que construyeran una réplica de la suite nupcial en la planta baja del lugar elegido para la recepción de la boda, para que pudiera usar la silla de ruedas, algo que, en realidad, no iba a necesitar ni por asomo.

Había tratado de convencerla de que no me dolía, y de que no necesitaba que me atendiera un fisio, pero se había negado a escucharme y a dejarme ir a trabajar. Mi personal venía a casa durante todo el día, y trabajábamos allí. Además, cuando tenía una cita con un cliente, lo recibía en la piscina.

En cuanto a los ejercicios que me recomendaban hacer en casa, siempre estaba dispuesta a ayudarme. Aunque tuviera que acompañarme mientras daba vueltas durante una hora por la habitación sin esbozar una mueca de dolor o cuando lloraba durante medio día porque no era capaz de mover el hombro derecho, se mostraba paciente y alentadora.

—Sinceramente, ¿cuánto tiempo tardaré en volver a correr? Y ya que estamos, ¿podrías dejarle a la señorita Daniela una nota diciéndole que puedo moverme sin esa maldita silla de ruedas? No me deja moverme por casa.

Sonrió y sacó una libreta del bolsillo.
—Claro. Es posible que dentro de cuatro meses puedas hacer jogging... Con respecto a correr... —Negó con la cabeza—. Ya iremos hablando de eso. Te voy a dar una nueva tabla de ejercicios.

Me sonó el móvil y me lo llevé a la oreja, sin mirar quién me llamaba.
Daniela acostumbraba a llamarme cuando terminaba la sesión de fisio.
—Dame unos minutos más —le dije—, están dándome la tabla de ejercicios.

—Majo... —Era Richard.

Colgué.
El móvil sonó de nuevo y respondí, pensando que ahora sí era Daniela.

—Por favor, no me cuelgues, María José. —Era el cabrón de mi ex otra vez—. Estoy... Siento mucho haberte empujado. Nunca fue mi intención hacerte daño... Por favor, créeme.

—No pienso creerte. Y espero que estés muy lejos, porque hay un montón de gente buscándote.

Suspiró.
—Solo quiero que sepas que Sofia se está recuperando bien de la operación. —Se interrumpió—. La segunda fase fue hace una semana, y aunque era muy arriesgada, está funcionando bien.

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