Cap. 60

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-Pero durante la noche que iba avanzando en el momento que la luna se asomaba, Diadoro y su secuaz estaban caminando en medio de los grillos junto a un detector de metales que estaba encendido, los dos estaban extrañamente enérgicos en el momento, y se puede tildar de extraño ya que Diadoro no era de los que hacen muchas actividades físicas a menos que sea realmente importante para él hacerlas, como quizás puede mostrarse en este momento.-

Diadoro: Gómez.

Gómez: ¿Si jefe?

Diadoro: creía que iriamos de camino hacia el primer portal para liberar el divino según el mapa que mostraste.

Gómez: lo sé jefe, pero primero es necesario estar preparados para que al momento de abrir un portal no nos pueda hacer daño o no nos pase nada en algún momento, por ende la mejor y economica forma de hacer una armadura es con metales que todos consumimos pero una vez fundidos se harán buenas armaduras.

Diadoro: ¿desde cuando te pusiste a ecologista?

Gómez: desde hace unos minutos.

-Uno a uno fueron las latas que agarraba y las guardaba en un saco que tenia a la mano con la máquina mientras que caminaban, el rubio un poco extrañado por sus palabras se acorto de hombros restándole importancia, por lo que se adelanto un par de pasos por un camino diferente al camino que estaba haciendo, mirando la ciudad desde la oscuridad y pocas luces que adornaban las calles desde el interior del lugar, esperando que de alguna forma u otra pudieran ser escuchadas por algunos oídos aquellas voces que estaban silenciadas a contra voluntad, el rubio estiro sus brazos unos segundos antes de dejarlos detrás de su cabeza.-

Diadoro: pronto, toda Novanizza volverá a estar en mis manos, una vez que vean como la debilidad de la alcaldesa no pueda defenderlos, tomare ventaja del momento para volver a ser su amado alcalde.

-Comentaba con una sonrisa malvada en su rostro mirando fijamente a la ciudad sin dejar la posición de sus manos en las que había puesto detrás de su cabeza ya que le estaban sirviendo de soporte para tener que seguir con su camino escuchando como la maquina de gomez estaba comenzando a encontrar metal tras otro el cual uasara para aquel propósito que tiene en mente.-

Gómez: ya lo creo jefe, con estas nuevas armaduras usted sera indañable.

-Alababa como siempre el peliazul al mayor en tamaño, se tenía poco sabiendo el tiempo que lo hacia pero no parecía querer cambiar en absoluto con respecto a ello, entre tanto los dos continuaban caminando bajo las luces de la noche que se posaban sobre roda la humanidad con tanta calma y serenidad.-

Diadoro: vamos Gómez, hay que conseguir mejores metales que esos, mi armadura debe ser la mejor.

Gómez: ¡si señor!

-Los dos continuaron su camino por aquellos lugares manteniendo el detector de metales activo en lo mejor posible mientras que se confiaban en que no había nadie más a su alrededor que estuviese despierto ni haciendo cosas algo raras dentro de la ciudad, pero no se sabe que puede estar pasando más allá de dichosa ciudad en la cual estaban residiendo los mellizos bajo el cuidado de su abuela, quien despierta estaba colocando boldes de cerámica alrededor de la casa con unas antorchas que servían como velas en medio del camino, el cual estaba envuelto de plantas altas que parecían querer ocultar la luz de la luna de alguna manera, entre sus manos llevaba una cesta llena de algunas frutas y otros regalos envueltos en una manta de algodón para conservar su estado, se iba acercando poco a poco a una estatua cubierta por manta de nilo que tapaba la figura de algo en específico, ella a una distancia prudente se quedo de rodillas e inclinó para colocar la cesta de regalos delante de la estatua de piedra esculpida aparentemente a mano.-

Abuela: espero que con eso sea suficiente, siento haberme atrasado con las ofrendas pero mi espalda esta matandome...

-Comentaba tronandose la susodicha espalda hasta que sus huesos dijeran que estaban alineándose en su sentido establecido, minutos después es que ella se fue elevando pero sin apartarse de su puesto ya que estaba quitando el polvo que había adquirido su vestuario.-

Abuela: solamente espero que mis pequeños puedan estar listos para emprender nuevos caminos, la escuela es un primer paso, pronto llegara la festividad del cultivo y sera primordial que los planetas se alineen para que finalmente puedan cumplir su deseo.

-Le comentaba hasta terminar de limpiarse, acomodo su cabello sobre sus hombros.-

Abuela: entonces cuando esté listo, finalmente podrán regresar a casa. Pero para ser honesta no sé porque sus padres decidieron emprender ese camino tan riesgoso que les puede costar la vida, aaah, nada mas esperó que sepan como regresar una vez que terminen de cumplir lo que buscaban.

-Suspiro algo resignada la mujer quien mirando las antorchas chirriando sus llamadas, las piedras colocadas minuciosamente en su lugar donde se daría algo importante, despacio se fue alejando de la estatua de regreso al hogar.-

Abuela: que nuestros ancestros y deidades escuchen la verdad, y nos den una señal.

-Después de que haya dejado a la estatua en solitario, una estrella fugas destello sobre la susodicha como si fuese señal de que había escuchado sus palabras, lo detallo un ligero brillo que se encendió desde su ojo en medio de la oscuridad de la sabana que dejaba sobre el, no obstante se deleitaba con el sonar de los animales nocturnos y una buena compañía de la luna que seguía elevándose sobre el pavimento celestial durante la espera de su amado y a la vez odiado contra parte.-

Reyes divinosWhere stories live. Discover now