• Capítulo 17 •

36 5 1
                                    

–Hyong, ¡Hyong! Ven aquí –Murmura desesperadamente el pelinegro, apretando los labios y oprimiendo distintos botones–. Esto está mal... Esto está muy, MUY mal.

–¿Qué? ¿Qué pasó? –El recepcionista se levanta rápido del piso, y se sienta en la silla al lado de Jungkook.

–No está... Esta vez EN SERIO no está –Declara el menor, negando con la cabeza–. Esto no puede estar pasando. ¿Qué hago?

   Jimin se da cuenta del problema tan pronto como mira la pantalla. Él no participa en los procedimientos, pero como dijo antes, sabe bastante del tema.

–Llama a Namjoon –Sugiere, con la vista fija en el monitor congelado.

–¿Qué? Por supuesto que no, hyong, voy a parecer un inoperante. Quizás hasta me despide –Jungkook frunce el ceño, buscando soluciones en el cuaderno del mapeo–. No, debo resolver esto solo.

–Pero... Pero el proceso se detuvo, se le puede rostizar el cerebro al pobre tipo. DEBES llamar a Namjoon.

   El técnico se da cuenta enseguida que Jimin tiene razón, él no va a poder resolver esto por sí mismo. Suspira resignado, y se pone de pie para buscar su celular.

   Mientras él habla con Namjoon, el rubio camina rápido hasta el baño, chocándose con todo en el camino. Se mira en el espejo, espantándose con su aspecto. Se lava la cara para despabilarse, y luego va chocando todo hasta la cocina.

   Cuando Jungkook termina de hablar con el doctor, va a la cocina y encuentra a Jimin preparándose un café ultra oscuro para combatir su ebriedad.

–Namjoon-nim viene para acá... Creo que estaba despierto, lo escuché hablando con Marie justo antes de que me atienda.

–Oh... Marie, claro –Murmura distraídamente el rubio, y se bebe rápido el café. Deja la taza vacía en la mesada.

   Y dos minutos después, está arrodillado frente al inodoro, vomitando todo el líquido.

.
.
.
.
.
.
.
.
.

   Jin y Tae siguen en aquel bonito parque, sentados en la misma banca. De repente, Yeontan salta al regazo de su dueño.

–¡Tannie! ¿Cómo llegaste aquí? –Pregunta, acariciando la cabecita del perro.

–Estamos en mi cabeza, Tae. Puedo hacer lo que quiera –Sonríe el castaño, y se gira hacia su novio–. Mira esto.

   Se queda mirándolo fijo, parpadea una vez, y de repente este mira su ropa, confundido. Su bata para pintar ahora fue reemplazada por un pantalón ajustado oscuro, y una camisa blanca y negra con un estampado moderno, con una bandana en los mismos colores alrededor de su cabello oscuro.

–Siempre me gustó verte con este conjunto, era mi favorito –Lo mira de pies a cabeza, estira su mano y acaricia las oscuras hebras que caen sobre su frente–. Y siempre quise saber cómo te quedaría este color de cabello... Te ves guapísimo, Voo.

–¿No te gusta mi cabellito naranja? –Pucherea el menor, acariciando al perrito a su lado.

–Sí me gusta. Solo quería probar algo nuevo.

   Taehyung se sienta más cerca de su novio, y le besa la mejilla.

–Devuélveme mi cabello naranjita, porfa –Pide.

   Como siempre, el menor logra todo lo que quiere, solo por ser adorable.

–De acuerdo –Lo mira fijo, parpadea, y el cabello del menor vuelve a ser naranja.

.
.
.
.
.
.
.
.
.

   Suenan unos golpes en la puerta delantera del departamento de Seokjin.

–¡Es él! –Dice Jimin desde el baño, luego de escupir el buche de enjuague bucal. Se va a la habitación y se encuentra con Jungkook–. Ay no, sigo ebrio. ¿Se me nota mucho?

   El menor no responde, ya se fue a abrir la puerta. Realmente eso es lo que menos le importa ahora.

   Namjoon entra rápidamente al departamento.

–¿Dónde está? –Pregunta, en un tono de voz calmado. Se dió cuenta enseguida de lo nervioso que está su técnico neuronal, así que quiere tranquilizarlo.

   Pero Jungkook está lejos de calmarse pronto. Camina con pasos rápidos hasta el cuarto de Seokjin. El doctor camina detrás de él, y al entrar ve a Jimin.

–Oh... Hola, Jimin-ah –Saluda.

–Namjoon-nim –El rubio se inclina noventa grados, mostrando el máximo respeto hacia él. Casi se cae de bruces al suelo con ese movimiento, pero lo disimula bien.

   El mayor de los tres se sienta en la silla frente al monitor, notando enseguida el problema que el pelinegro le mencionó por teléfono.

–¿Él tuvo alguna perturbación del sueño desde que se detuvo el proceso? –Pregunta, sacando un microchip de una cajita en su bolsillo–. ¿Temblores, u otro tipo de movimientos? ¿Habló dormido?

–No, nada de nada –Responde el menor.

   El doctor coloca el microchip en el aparato de borrado. Este tiene un programa con el que tiene acceso a todo el cerebro de Seokjin. Es algo que solo usa para emergencias, pues considera que es invadir la privacidad de sus pacientes. Y esta es, efectivamente, una emergencia.

   El cerebro de Jin aparece en la pantalla, como una radiografía. Hace un zoom y comienza a rastrear.

   En menos de un minuto ve movimiento en una zona. La abre en un cuadro, y allí aparece la nebulosa gris, parpadeando en un recuerdo no registrado.

–Este recuerdo no fue mapeado, y además es algo antiguo –Murmura Namjoon–. ¿Cómo pudo llegar ahí?

.
.
.
.
.
.
.
.
.

–Tengo una idea. Vamos –Jin toma la mano de Taehyung, y lo lleva hacia una puerta que hizo aparecer en medio del parque.

   Del otro lado hay un gran patio cubierto de nieve. Ambos están abrigados hasta las orejas.

–Es el patio de mi tía, en Gwacheon –Miran los copos cayendo a su alrededor–. Tenía como catorce años, creo.

   Taehyung suelta la mano del mayor, y camina unos pasos, con sus brazos extendidos para recibir los copitos que caen.

–¿Puedes traer a Tannie? –Se voltea el pelinaranja–. A él le encanta la nieve.

–¡Claro! –El mayor mira a un punto fijo, y aparece Yeontan, con un lindo chalequito puesto, para protegerlo del frío.

.
.
.
.
.
.
.
.
.

   Namjoon estaba a punto de reubicar el centro de conciencia, pero este volvió a desaparecer. De nuevo se pone a buscar minuciosamente.

–Me encanta lo calmado que estás, Namjoon-nim. Eres un profesional –Dice Jimin sonriendo, mirando trabajar al hombre. Namjoon sonríe amablemente, y sigue buscando.

   Vuelve a encontrarlo, está vez en un recuerdo aún más viejo.

–¿Él se está burlando de nosotros? –Pregunta Jungkook, mirando la pantalla.

–Parece que sí, pero no será por mucho.

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

   Mientras Tannie corretea, tratando de morder los copitos que caen, Jin y Tae se arrojan a la nieve tomados de la mano. Intentan hacer angelitos sin soltarse.

   De repente, una tonelada de nieve cae sobre Seokjin, haciéndolo desaparecer.

***********

Eternal Sunshine Of The Spotless Mind (Jintae fanfic) EN ESPAÑOLWhere stories live. Discover now