No me gusta la monotonía. Necesito cambios de vez en cuando, al igual que las habitaciones que han permanecido mucho tiempo cerradas necesitan ventilarse.
Esos cambios pueden ser pequeños, como cambiar la colocación de los pósters de las paredes de mi habitación, o mucho más radicales, como raparme media cabeza después de tener el pelo por debajo de los hombros.
Los cambios son buenos.
Vengan de nosotros, o se nos impongan desde fuera.
Desafían nuestra capacidad de adaptación. Nos hacen pensar de otra forma. Nos fuerzan a cambiar nuestra forma de ser, aunque sea un poquito.
Y romper la monotonía, aunque solo sea cambiar el color del bolígrafo con el que escribimos normalmente, es bueno.
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Pequeños fragmentos inconexos
Short StoryTodos los días te cruzas con gente. Hay muchas personas a nuestro alrededor. Todas ellas, al igual que tú, llevan una historia dentro. ¿Te apetece que te cuente "Pequeños fragmentos inconexos" de esas historias?