-Contigo se comporta mejor -la veo sentarse a los pies de la cama por la esquina del ojo mientras me cambio de ropa-. A él tampoco le resultas indiferente.

-¿Tampoco? -me arremango para que no me quedan tan largas-. ¿Qué te hace pensar que tu hermano me afecta en algún sentido?

-Por el ángel -se da un golpe en la frente con la mano-. Sois tan complicados. ¿No se supone que tú eres la shadowhunter a la que le enseñaron que los sentimientos es algo positivo?

-Cállate -gruñí mientras me ataba el cordón-. Eso solo que tú hermano es...

-¿Complicado? -se levanta y agarra una goma del pelo negro la cuál acomoda en su muñeca. Agarra también mi peine y se sitúa detrás de mi-. Alec tiene un corazón enorme -me dice, como si realmente no me hubiera percatado de ello a estas alturas. Sus dedos se sientes agradables en mi cabeza mientras empieza a hacerme una trenza-, pero precisamente por ello tiene una coraza muy gruesa que lo envuelve.

-A veces... A veces nos perdemos tantas cosas bonitas por estar tristes. No quiero que eso le pase a tu hermano, ni a nadie.

-Suena a cómo si te hubiera pasado -habla atando la goma del pelo al final de la trenza para que no se deshaga.

-Cuando murió mi hermano, cada decisión, cada movimiento o pensamiento estaba enfocado en él, en su muerte. Mis padres en especial mi madre se obsesionaron con ello, y mi adolescencia se basó en entrenamientos, clases, aprendizaje de todo tipo -una mueca se posa en mi boca, y suspiro con tristeza-. No fui a fiestas, no tuve nunca una pareja o una amiga a la que poder contarle cualquier tontería.

-Mi hermano puede ser muy frívolo, hermético y brusco, pero no es tan imbecil como para no darse cuenta de la maravillosa mujer que tiene a su lado.

¿Escucharon eso? Fue mi corazón. Qué después de esta conversación con Belle, ya no está tan roto.

Nos unimos al resto en la mesa rectangular junto a las pantallas. Alexander ocupaba su lugar particular al igual que Jace, mientras que Claryssa estaba de pie apoyada en la mesa mientras jugueteaba con su móvil.

-A buenas horas -masculla Jace nada más vernos-. Casi me mandan a ir a por vosotras.

Isabelle le da un golpe en la nuca a su hermano adoptivo, quien no se queda atrás e intenta hacerle cosquillas, más la morena es más rápida y huye sobre sus tacones vertiginosos.

-Ahora que estamos todos, podemos proseguir con la reunión -se aclara la garganta y baja su mirada hacia la tablet-. Hemos encontrado en el libro que nos entregó Raziel una forma sumamente eficaz de rastrear al hermano de Magnus.

-¿Pero...?

Los dos parabatias intercambiaron una mirada que me puso los pelos de punta. Porque por algún motivo desconocido, en el mundo de las sombras siempre había un pero, un gran riesgo. Un algo, que te hacía replantearte la decisión, que te obligaba a pensarlo dos, tres o más veces antes de decidir nada.

-No hay manera de saber si vuestro vínculo es lo suficientemente estrecho como para que funcione -habló Isabelle sin pelos en la lengua.

-¿Y si lo hacemos y no es lo suficientemente estrecho?

-Uno de los dos acabaría perdido en el limbo. Su mente quedaría atrapada en algún punto entre nosotros y aquella persona a la que buscamos rastrear -Alec me miró, más serio que nunca. La preocupación, la incertidumbre entrelazada con la ansiedad dilatando sus pupilas.

-¿Cómo si quedases en coma? -intervino la zanahoria, cuyos engranajes podía escuchar incluso desde mi posición.

-Algo así -respondió Jace-. Quizás hay una manera de traer a esa persona de vuelta en caso de que eso suceda, o incluso quizás una forma de saber que tan fuerte es vuestro vínculo.

AlecWo Geschichten leben. Entdecke jetzt