Visita

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Habían ganado. Después de muchas horas de esfuerzo, sudor y lágrimas, con dolor de cabeza, dedos y ojos, habían conseguido derrotar a aquel enemigo tan difícil. Ninguno de los dos pudo evitar gritar de emoción.

—¡Lo hemos conseguido, Saeran!— gritó Yoosung mientras se levantaba y comenzaba a dar pequeños saltos.

—¡Sí, hemos ganado!— respondió Saeran poniéndose en pie también.

Ambos se miraban sonriendo, intentando ignorar el cansancio y el dolor de estar horas sentados en el suelo. Sobre todo Yoosung, tan emocionado que no se dio cuenta, las piernas le fallaron y cayó hacia atrás. Saeran, al verlo, intentó ayudarle, pero no llegó a tiempo y las piernas tampoco le ayudaron. El rubio tuvo suerte de caer sobre la cama. Su novio cayó encima de él.

—Lo siento, ¿estás bien?— preguntó Saeran mientras se apoyaba en sus manos y sus rodillas a ambos lados de Yoosung.

—Sí —le sonrió, pese a estar un poco nervioso por la cercanía de Saeran —Tenemos que celebrar esta victoria.

El mayor no se lo pensó dos veces y le besó.

—¿Así? —preguntó con una pequeña sonrisa.

Yoosung notó el calor en su cara. No se refería a eso, pero tampoco le disgustaba y mucho menos podía negarse al verle así.

—Buena idea —levantó lo justo la cabeza para besarle.

De besos cortos pasaron a unos más largos. En un momento notó que Saeran apoyaba con cuidado una mano sobre su pecho, lo que le hizo darse cuenta de la situación. Seguía colocado sobre él, aunque con las rodillas y la mano apoyadas en la cama dejando un espacio entre ellos. Se sorprendió un poco al notar lo que sentía, no le disgustaba en absoluto, incluso...

Saeran resbaló un poco su rodilla sin querer, fue apenas un segundo, pero Yoosung notó el roce. Ahí, aunque él dudara, su cuerpo lo tuvo claro. No era que no hubiera pensado en eso con Saeran, más bien lo había intentado evitar al no saber cómo. Pese a ello, sintió una necesidad de tocarle más allá de los besos y casi sin darse cuenta levantó la mano dirección al hueco que dejaba su jersey colgando. Notó que Saeran empezaba a mover muy lentamente la mano que seguía apoyada en él. Yoosung estuvo a punto de tocarle la piel.

El sonido del teclado de la puerta les sobresaltó a los dos. Se separaron y se miraron asustados. Alguien estaba metiendo el código. Por suerte, Yoosung pudo pensar y reaccionar a tiempo.

—¡Mi madre!

Se separaron asustados en el mismo momento en que se abría la puerta. Saeran se quitó de encima de su novio y se quedó sentado sobre la cama como pudo. Yoosung intentó incorporarse rápido y también se quedó sentado a su lado. El ambiente se había arruinado, había aparecido en el peor momento. No le hacía falta mirarse al espejo para decir que tenía toda la cara roja, unida a los fuertes latidos y cierta palpitación.

Saeran vio entrar al apartamento a una mujer de mediana edad cargada con bolsas. Supuso que Yoosung había acertado por el parecido de ambos, sobre todo por los mismos ojos violetas. Rápidamente apartó la vista y bajó la cabeza. No era capaz de mirarla por lo que había estado haciendo con su hijo hacía unos segundos y por lo que se le había pasado por la cabeza en ese momento.

—Ay, por fin— la mujer apoyó las bolsas en el suelo y miró al interior del apartamento, encontrándose a su hijo con otro chico —¡Yoosung! Qué ganas tenía de verte. ¿No vas a decirme nada?

El rubio reaccionó, se puso en pie y se acercó a su madre. No era que no quisiera verla, sino que había llegado en muy mal momento.

—Hola, mamá. Si ibas a venir de visita podrías haberme avisado antes.

Mis One-shots de Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora