Capítulo 1.

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La vida en la preparatoria no suele sonreírle a chicas como a mí, que decir en secundaria, nosotras a pesar de las campañas de aceptación, de mujeres como nosotras que rompen el esquema o incluso de series de televisión que hacen ver a las chicas como yo como alguien "cool", la secundaria y vida escolar en general apestan.

Nunca faltaban los apodos tremendamente devastadores burlándose de mi peso el cual subía de manera constante, de mi cabello despeinado, de mi falta de estilo, mi gusto por la lectura o incluso mi obsesión con series televisivas que se convertirían en mis principales compañeras. Pero ninguna de aquellas burlas se comparaban con las que me hacían por mi amor hacia la música clásica, el piano, esa era mi pasión. Sophie Jones era una obsesionada con el piano.

Todos los días de cuatro a nueve, mis prácticas eran arduas, largas y agotadoras, y para mí no había persona en este mundo que se esforzara de la misma forma en que yo o hacía, que sintiera la música con la misma pasión que cosquilleaba en mis dedos y me hacía tocar de una manera que me hacía sentirme completamente viva y que aquél era el lugar al que yo pertenecía, que había un propósito para mi llamado música.

Porque cuando tocaba el piano y dejaba que las notas que se convertían en una dulce melodía bailando sobre mí, produciendo un hermoso sonido, nadie juzgaba el cómo lucía, si estaba pasada de peso o si mi blusa no combinaba con mis zapatos, lo único que había cuando yo tocaba el piano era la música y yo. Cuando tocaba la gente a mí alrededor sólo veía mi talento y aquello era lo único que me importaba.

Así que mientras acomodaba el resto de mi equipaje y las cosas que me llevaría a la universidad, no podía dejar de pensar que tan poco extrañaría la preparatoria y a todos aquellos que habían intentado hacer mi vida miserable. Tendría un nuevo comienzo, conocería gente nueva que tendría los mismos intereses que yo, porque ser aceptado en una de las mejores escuelas de música del país, y estar tan lejos de la gente y todas las constantes críticas que habían estado presentes durante toda mi vida, era más que un alivio, era un sueño hecho realidad.

Le di un último vistazo a mi habitación, definitivamente sería una de las pocas cosas que llegaría a extrañar. Bajé las escaleras con mis dos maletas a cada lado y cuando levanté la vista toda mi familia estaba ahí, mis padres e incluso mis dos hermanos mayores.

–¿Ya llevas todo, gordita?

Preguntó papá, aquél había sido mi nombre de "cariño" desde que había nacido.

Mamá había sido modelo para unas cuantas revistas cuando había conocido a papá, y nunca hubiera podido imaginarse que con unos genes como los de ella y dos hijos varones que parecían ser dos adonis, su hija menor, su única hija, naciera para ser gorda, aún no podía vivir con aquella idea y durante muchos años, su única meta fue ver a su Sophie delgada.

–Imprimí unas dietas para ti, las puse dentro de tu bolso.

Papá la tomó del brazo intentando tranquilizarla, mi padre nunca había sido un hombre de muchas palabras, aunque siempre era bueno tener a alguien que te escuchara cuando más lo necesitabas.

Le di un beso a mi madre como agradecimiento, aprendí que ella era feliz si pensaba que yo también lo intentaba.

Adam, mi hermano mayor es periodista con éxito notable entre sus lectores o al menos eso es lo que le dice a mis padres, mi segundo hermano, Richard, se llama igual que mi abuelo ya que cuando él murió mamá estaba embarazada.

Richard es el hijo preferido, estaba a punto de terminar la universidad y graduarse en medicina.

Richard es mi mejor amigo, el único que intenta convencer a mamá de que me quiera tal y como soy, el único que iba a defenderme a la escuela y el único que nunca había hecho alusión a mi peso. Agradecía a los cielos que viviría a sólo veinte minutos de distancia de mí.

Love Song.Where stories live. Discover now