Capítulo 21: Chris

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El mes de agosto pasó demasiado rápido. El domingo quince Gia conoció a mis padres y ellos, obviamente, la adoraron. Todavía les cuesta creer que su Chrisy haya encontrado a una chica tan buena. El martes de esa semana, diecisiete de agosto, fue nuestro primer aniversario. No pudimos hacer mucho porque Gia estaba muy ocupada con sus exámenes, así que simplemente la pasé a buscar por el colegio y almorzamos juntos en un lugar con un poco más de clase que la pizzería de siempre. Incluso nos permitimos dar un paseo por la costanera tomando helado. El veinte fuimos a comprar la ropa para el casamiento de Fer. Si bien vi algunos vestidos que Gia se probó, ella no me dejó ver el definitivo porque quería que fuera una sorpresa. Después de eso nos vimos solo una vez más en todo el mes y, aunque hacíamos videollamada casi todas las noches, no era lo mismo. Así que ahora estoy muy emocionado porque son las cinco de la mañana y ya vamos a salir para Córdoba. La puerta de la mansión se abre a los dejándome ver el adormilado y sonriente rostro de Gia.

—¡Hola! —saluda emocionada y me envuelve en un abrazo.

—Hola, hermosa —replico dándole un beso en la cabeza, su cabello tiene olor a vainilla y jazmín. —¿Lista para viajar?

Ella asiente emocionada. Cierra la puerta de su casa y nos acercamos al auto de mis padres. Ponemos su pequeña valija en el baúl y subimos.

—Hola, Carmen. ¿Cómo está, Charly?

—Todo bien, gracias a Dios, querida.

—Hola, hijita, ¿cómo estás? —pregunta mi mamá que, probablemente, está tan enamorada de Gia como yo.

—Todo bien, creo que voy a dormir todo el viaje —responde con una risita tímida.

—Hacés bien, querida, hacés bien... —le asegura papá. —Bueno, ¿está todo listo?

Todos asentimos y comienza el viaje. Gia se acurruca junto a mí y nos cubro con una manta que tenía preparada para la ocasión. Acomodo mi cabeza en la pequeña almohada y comienzo a hacerle mimos en el pelo. Poco a poco, ambos nos quedamos dormidos.

***

Me despierto de golpe cuando pasamos por un bache. Aunque la música de Juan Luis Guerra está bajita puedo escuchar cómo mi mamá tararea la letra. Me restriego los ojos y veo que Gia sigue dormida, le acaricio el pelo, pero no la despierto. Al darse cuenta de que ya perdí el sueño, mis padres me informan que ya hicimos tres de las siete horas de viaje. Mamá me ofrece un mate, que acepto encantado, y a su vez me pasa su teléfono.

—Mira las fotitos que les saqué. Estaban demasiado tiernos como para dejar pasar la oportunidad —me comenta con una dulce sonrisa.

Agarro el celular y, mientras me tomo el mate amargo, voy pasando las fotos. Son unas cuatro o cinco en las que aparecemos Gia y yo durmiendo. Es verdad, somos demasiado tiernos juntos. Me las envió y le devuelvo ambas cosas a mi mamá. Como no tengo intención de despertar a mi novia saco unos cuadernillos de la facultad y me pongo a ojearlos sin muchas ganas.

Por suerte, menos de media hora más tarde, siento unos dedos haciéndome cosquillas en el estómago. Gia me dedica una sonrisa y le doy un beso en la cabeza. Se sienta y acepta el mate que le ofrecen. Su nariz se arruga al probarlo y yo suelto una risa, los mates de mamá siempre son muy amargos.

Hablamos un rato en voz baja y terminamos decidiendo ver una película. Tras revisar las que tenemos descargadas en nuestros teléfonos nos decidimos por volver a ver "La Sociedad de los Poetas Muertos". Aunque a Gia no le guste tanto el final, la temática en sí le parece muy buena y está decidida a cumplir el objetivo de anotar las frases que le gustaron de la película.

***

—Tengo que hacer una confesión —dice mi novia cuando comienzan a aparecer los créditos.

—¿Qué confesión?

—A partir de hoy, esta película está en mi lista de favoritas.

—Ja, te dije que te iba a encantar —replico con una sonrisa socarrona.

—Oh, gran amo del cine, usted siempre tiene la razón —bromea ella y le doy un beso. —En fin, voy a leer.

—Pero Gia...

—Queda una hora, dejame disfrutarla.

Revoleo los ojos, pero no protesto. Ella saca "Relatos para Amantes de los Libros" de su mochila, uno de los libros que le regalé en su cumpleaños, y yo regreso a mis cuadernillos de medicina.

***

Llegamos cerca de las dos de la tarde y nos recibe un amigo de los futuros esposos, que nos deja la llave del departamento y se va a la quinta para ayudar con la preparación de los últimos detalles para la ceremonia —el civil fue a la mañana—. Mamá y papá se van a dormir una siesta antes de tener que empezar a prepararse, después de manejar tantas horas necesitan un descanso. Gia y yo salimos a dar una vuelta por el centro, hasta dar con una heladería.

El tiempo pasa súper rápido y, sin que me de cuenta, se hacen las cinco de la tarde y tenemos que volver al departamento para prepararnos. Yo me enfundo en mi traje azul en el baño y luego me instalo frente al televisor mientras espero que Gia termine de arreglarse en la habitación de huéspedes. Cuando está lista me pide que cierre los ojos, lo hago y puedo escuchar el sonido de la puerta al abrirse.

—Ya podés ver.

—¡Wow! —exclamo sorprendido y me acerco para darle un beso. Va sencilla, con un vestido corto de mangas largas color crema y puntos del mismo tono que mi traje, no es ajustado al cuerpo ni nada por el estilo, pero queda perfecto en su figura. —Estás hermosa.

—Gracias —dice con las mejillas algo sonrosadas y me besa con cuidado para que no se le corra el maquillaje. —Ahora tenemos que irnos porque Fer nos va a matar.

—La verdad es que me importa poco y nada lo que ese tipo haga o deje de hacer.

—Chris... —empieza Gia tomándome de la mano,— no vayas con esa mentalidad, intentá disfrutarlo. —Suelto un pequeño gruñido de rabia. —Por favor, por lo menos por mí, por nosotros.

Sus ojos brillan y una sonrisita se luce en su rostro. Aunque revoleo los ojos, ella sonríe completamente porque mi sonrisa delata lo que voy a decir:

—Por nosotros —termino aceptando y Gia me da un beso.

—¡Nos vamos! —exclama papá desde la puerta quien lleva un traje negro y mamá, parada a su lado, viste un vestido tubo con un saquito ambas piezas del mismo color rosa violaceo.

Tomo la mano de Gia y salimos para encaminarnos al lugar de la boda.

***

—Es precioso —comenta mi novia al estacionar el auto luego de los treinta minutos de viaje. —¡Mira las flores! ¡Las luces! Cuando sea de noche se van a ver hermosas.

Me bajo del auto y le abro la puerta. Caminamos hacia donde están acomodadas las sillas, perfectamente ubicadas para que, a la hora estimada, el sol se esconda detrás del arco de boda. Cuando estamos por sentarnos, el chico que nos recibió cuando llegamos al departamento nos intercepta y me dice que tengo que acompañarlo para hacer la entrada como corresponde de acuerdo a mi rol de padrino. Suspiro pesadamente y Gia me dedica una sonrisa divertida. Finalmente me levanto y sigo a Antonio hasta una habitación en el recinto donde va a ser la recepción. Él abre la puerta y entramos para encontrarnos una ronda de hombres con vasos de whisky para brindar.

—¡Hermanito! —exclama Fer y me tiende uno de los tragos, pero niego con la cabeza, es muy temprano para tomar alcohol y la noche es larga. Mi hermano mayor me mira burlón. —¿Cuándo dejaste de divertirte, Chrisy?

Cuando te fuiste tengo ganas de decir, pero me contengo. Un tipo empieza el brindis y, mientras me siento en un sillón, todos levantan sus bebidas. Tras soltar una risotada general entrechocan los vasos y vacían su contenido entre más risas. Sí que va a ser una noche larga...

Por una NotaWhere stories live. Discover now