Capítulo 9: Chris

109 20 6
                                    

Milagrosamente ganamos: Oli anotó un tanto de último minuto que nos llevó a la victoria. Hacía siete partidos que el equipo venía perdiendo así que este logro generó un gran revuelo.

—¡Esto hay que celebrarlo, chicos! —grita Samuel a voz de cuello y todos corean un que resuena en el vestuario.

—¡Cena en Antares! ¡Invita el Pela! —exclama uno de los chicos del fondo.

—¿¡Ustedes piensan que soy millonario!? —reclama este y todos se ríen.

—¡Invitan el Pela y Mariano! —propone ahora Oli y todos vuelven a estallar en vítores.

El Pela, entrenador del equipo, y Mariano, segundo al mando, salen del vestuario para conversar del asunto. Mientras todos esperan ansiosos yo aprovecho para darme una ducha rápida, todavía con agua caliente. A los dos minutos salgo, me clavo unos shorts negros, remera blanca y buzo gris —nada de otro mundo—. Cuando vuelvo los chicos siguen esperando.

Me pongo a hablar tranquilamente con Oli, aunque el reloj de mi muñeca indica que ya casi son las nueve y Gia sigue esperándome afuera. Por fin los dos entran al vestuario y todos hacen silencio, expectantes.

—Nosotros invitamos, se lo merecen —declara el Pela, se vuelven a desatar los gritos y los chicos se abrazan llenos de emoción.

—¡Pero! —exclama Mariano por encima del griterío. —¡Ustedes pagan las bebidas!

Si bien se escuchan múltiples quejas, el equipo sigue feliz: van a comer gratis, un milagro. Antes de que pase un minuto todos se levantan y comienzan a pelearse por las duchas, nadie quiere bañarse con agua fría. Yo aprovecho el revuelo para escabullirme, pero Oli me corta el paso.

—¿No venís con nosotros, hermano?

—Hoy no, Oliverio —respondo seco e intento salir del vestuario, sin embargo él se empecina en no dejarme ir. Estoy seguro de que llamarlo así le da todavía más ganas de fastidiarme.

—¿Se puede saber por qué?

—No.

—Si no decís no te vas —replica con una sonrisa maliciosa y, aunque yo pongo mala cara, me veo obligada a hablar.

—Me está esperando Gia afuera —susurro entre dientes.

—¿Qué cosa, Christian?

Lo repito del mismo modo.

—Disculpame, pero no te escucho.

—¡Por Dios, hermano! ¡Sos insufrible!

—Sigo esperando.

—¡Me está esperando Gia afuera! —exclamo más fuerte de lo que debería.

El vestuario se sume en silencio por un instante, para luego estallar en chiflidos y cargadas.

—¡Cortenla, loco! —grito y corro el brazo de Oliverio para poder salir antes de que me caiga encima una lluvia de ropa sucia.

"¡Uuuh! ¡Christian tiene novia!" escucho a mis espaldas, seguido de una oleada de risas. Maldigo por lo bajo, me espera por lo menos un mes de cargadas y chifles cada vez que me vea alguno de los miembros del equipo, cosa que no me hace ninguna gracia.

Camino observando detenidamente al lugar y, finalmente, encuentro a Gia sentada en el cordón de la entrada del club con la mirada clavada en un libro —¡qué raro!—. Contemplo unos segundos el título del mismo y luego me quedo unos segundos mirándola a ella, en realidad es muy linda: lleva una remera azul y gris claro un par de tallas más grandes para su figura, unos jeans celestes y una zapatillas buenísimas que me generan bastante envidia, su pelo marrón cae por su espalda y, en su rostro, luce una sonrisa embobada, mientras que sus ojos oscuros brillan devorando las palabras a la velocidad de la luz. Sigilosamente me siento junto a ella, pero, como ni se percata, me acerco a su oído y le susurro:

Por una NotaWhere stories live. Discover now