Capítulo 11: Chris

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Gia estaba hermosa, se abrió conmigo y la tomé de la mano -aunque lo que en realidad me habría gustado era besarla-. Fue una noche perfecta. Las imágenes no paran de repetirse en mi cabeza.

La dejé en su casa a las doce y cuarto. Me despedí amablemente, le dije que siempre podía contar conmigo, que la había pasado genial y que tuviera una linda noche. Ahora ya son la una de la mañana y todavía no puedo conciliar el sueño. Si bien trato de evitar mi teléfono -porque ese dispositivo me hace sentirme más despierto-, no puedo evitar agarrarlo cuando la pantalla se ilumina anunciando la llegada de un mensaje. Lastimosamente, no es de Gia. Sin muchas ganas, abro el chat de Oliverio.

"Chris Chris Chris Chris Chris"

"Qué querés, Oli?"

"Vas a venir?"

"A dónde? Dónde estás, hermano?"

"En el boliche del centro"

"No, Oli, quiero dormir"

"Dale Christian, no seas mala onda!!! No fuiste a la cena, acá tenés que aparecer"

"Es necesario recordarte que yo soy un estudiante universitario responsable? Necesito mis horas de sueño"

"Ahora qué sos, modelo? VAMOS HERMANOOO, NO NOS DEJES EN BANDA!!! SOLO POR HOY, PARA FESTEJAR LA VICTORIA"

"Oliverio..."

"CORTALA CON ESO!!! Dale Christian, te conozco, sé que no te podés dormir y de todas formas vas a quedarte despierto toda la noche"

"Bueno, voy"

"Pero a las 4 me vuelvo"

Lo dejo en visto y me levanto de la cama. Me pongo una musculosa gris, un buzo blanco, jeans algo desgastados y la campera de cuero. Termino aceptando porque, aunque no quiera admitirlo, sé que Oli tiene razón: voy a estar toda la noche en vela. Por lo menos, si voy, gasto un poco de energía y llego a casa lo suficientemente cansado como para dormir largo.

"Ídolo hermanooo!!!"

No me molesto en agarrar la billetera, no tengo intención de pagar ningún trago: Oliverio invita, Oliverio paga.

Me echo un vistazo en el espejo que está sobre el mueble de la entrada y me acomodo un poco el pelo, para luego agarrar las llaves y salir del departamento. Voy hasta el estacionamiento del edificio y subo al auto, camino al centro de la ciudad.

Al estar cerca del boliche se escucha la música y cuando paso frente a él veo las luces cegadoras y como retumba el local. Estaciono a unas dos cuadras porque no hay más lugar. Le mando un mensaje a Oli y comienzo a caminar en dirección al salón. Cuando llego al salón, lo encuentro en la puerta y él me sonríe al verme.

-Yo sabía que ibas a venir, Chris -dice pasándome la mano por la cabeza para despeinarme, pero lo esquivo antes de que cumpla su objetivo.

-Te aviso que no traje ni un peso, así que los tragos van por tu cuenta.

-Eso significa tragos sorpresa.

-¡No! Yo vine, pero no pienso tomar otra cosa que no sea cerveza.

-Ya lo veremos.

El tono de Oliverio no me gusta, pero antes de que pueda decir algo se interna en el boliche, desapareciendo de mi vista. Lo imito. Me siento raro, desde la vez en que "salvé a Gia" no voy al boliche -no sé porqué, simplemente dejé de hacerlo-. La gente a mi alrededor baila al ritmo de la ensordecedora música. Dejo la campera de cuero al tipo del cuartucho -que me da un número y tira mi abrigo en el primer lugar que encuentra vacío-. Después avanzo como puedo para llegar a la barra. Igual que antes, mi amigo me está esperando, pero esta vez, con un trago en la mano del que estoy un noventa por ciento seguro de que no es cerveza.

-Siempre tomás algo antes de empezar el bolonqui -prácticamente me grita en el oído, porque es la única forma de escuchar su voz, y me acerca el vaso. Si bien lo miro con desconfianza, me bajo medio vaso de una. -Es buenísimo, ¿eh?

El alcohol me quema la garganta. Probablemente sea Fernet con Coca, pero no en las medidas humanamente correctas, Oliverio está loco. Cuando levanto la vista para recriminarle por el trago veo que no está solo: una chica con un vestido dorado brillante extremadamente corto y escotado está hablando con él. Antes de que pueda argumentar algo ya se están besando apasionadamente, aunque probablemente sean dos desconocidos.

Me alejo rápidamente y me dispongo a bailar un poco, pero antes vacío el vaso con el trago misterioso -no tengo intención de mancharme la ropa-. Ahora sí, me siento libre para bailar a mis anchas. Se me acercan un par de chicas, pero las evito cortésmente, no es que sea o me sienta la gran cosa, sino que no quiero estar con ninguna en este momento.

Más tarde, cuando veo la hora en el reloj, descubro que ya son casi las tres de la mañana. De repente siento la garganta seca y salgo en busca de Oli. Sorprendentemente no me cuesta mucho encontrarlo: está bailando con la misma chica de antes. Le toco el hombro sin miedo a interrumpir su burbuja "romántica".

-¿Qué? -pregunta molesto y yo extiendo la mano hacia él.

-Me das plata o me comprás vos, es tu elección.

Rápidamente saca unos billetes del bolsillo trasero de su pantalón y los deposita en mi palma abierta. Me fulmina con la mirada, advirtiéndome que, si no me voy ahora, soy hombre muerto. De igual manera me ignora para besar a la chica y yo huyo despavorido.

Sin prestar mucha atención a mi alrededor me encamino hacia la barra, tratando de descifrar cuánta plata me entregó Oli. En mi ensimismamiento termino chocando con alguien, que derrama su bebida sobre mi buzo blanco. Es vino. Al levantar la vista de la prenda mojada me encuentro con unos ojos demasiado claros para ser bellos que me resultan conocidos. Pero antes de que pueda dilucidar quién es, la chica estampa sus labios contra los míos. Agarra mi cabello con sus manos y me acerca hacia ella. Instintivamente devuelvo el beso, pero al instante se me conectan los circuitos y siento una ola de culpabilidad. La empujo para separarla de mí -aunque no tan fuerte como para lastimarla- y veo que en el rostro de ella hay una sonrisa de satisfacción.

-Bye, Chris -dice con su voz irritable que tanto le molestó a Gia la otra vez: es Romina.

La miro descolocado, pero ella se limita a tirar un beso en el aire y me guiña un ojo, para alejarse de mí bamboleándose en su ajustado vestido rojo. Sus amigas le muestran algo en un teléfono y ella ríe de una manera que no me gusta -parece una bruja-. Tengo la sensación de que mi boca está llena de veneno, ese beso fue algo inesperado y horripilante.

Me quedo helado por unos segundos, hasta que -todavía confundido por lo que acaba de pasar- termino decidiendo irme del boliche. Ni siquiera me molesto en devolverle la plata a Oliverio o decirle que me voy antes de lo planeado -no tengo ganas de volver a verlo haciendo lo que sea que esté haciendo con esa chica-. Solo agarro mi abrigo y me voy. Me subo al auto y doy gracias por no haber tomado tanto y estar lo suficientemente consciente como manejar las pocas cuadras que me separan de mi departamento.

Hago todo como si estuviera en piloto automático: manejo, estaciono el auto, entro a casa, me descambio, me cepillo los dientes... Hasta que, ya en pijama, me tiro en mi cama. Automáticamente, cuando apoyo la cabeza en la almohada, empieza mi diálogo interno: "Besaste a Romina. No, yo no la besé, fue ella. Pero le devolviste el beso. Es verdad, soy un asco de persona. ¿Por qué? Porque Gia odia a Romina, y estoy seguro de que debe tener motivos para hacerlo. ¿Qué tiene que ver Gia en esto? No es la primera vez que besas a Romina, ¿te acordás? No, no me acuerdo. Si Gia se entera de esto me va a odiar... ¿Qué tiene de malo que Gia te odie, Chris? Que me sentiría mal, además ella se abrió conmigo y no quiero lastimarla. ¿Y eso por qué? ¿Qué tiene de especial Gia? Es que ella es... ¿Qué? Ella... ella me gusta. ¡¿Qué cosa?! Me gusta Gia. ¿Te gusta Gia? -Y es recién ahí que me doy cuenta de que:- ¡Oh, por Dios! ¡Me gusta Gia!"

Por una NotaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon