Capítulo 14: El inicio del caos

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|JOHAN|

Nací el 16 de abril en Manchester, Inglaterra. Me pusieron de nombre "Johan" por el icónico compositor austriaco Johann Strauss. ¿No lo conoces? En pocas palabras es el autor de El Danubio azul, esa melodía que escogen en la mayoría de bodas.

Mi infancia fue como cualquier otro chico, una vida resuelta, llena de felicidad.

¿Felicidad?, recuerdo que mi psicóloga me pidió que defina que significaba esa palabra, no supe responder.

Podría estar feliz pero vacío. Ese era mi problema.

Vivo en un constante dilema entre hacer lo que quiera y hacer lo que lo demás quieren para mí.

No dudo que los consejos de las personas sean en vano, el problema está en que esos conejos truncan algunos planes que intentaba construir.

Y fue así como terminé con casi 22 años llevando una doble vida, una doble casa, unos dobles sentimientos, un caos.

Durante mi juventud, he estado realizando actividades que mis padres me han apuntado.

Sobretodo, mi padre, Vincent Evans, siempre soñó con que sea un buen deportista o un aficionado a la ciencia, a la política o al arte.

Nada de eso iba conmigo.

¿Acaso di apariencia de querer convertirme un ser excepcional? Para mi padre, sí.

Todo cambio cuando conocí la música. La música es mi vida.

Mi madre me apoyó desde que di mis primeros inicios en el conservatorio cuando tenía 13 años. Ella siempre estuvo allí a pesar de que a mi padre no le gustaba la idea de que me convierta en un amante de la música, terminó aceptándolo, quizá fuese porque era lo único que recordaba a mi madre.

Fue así como me adentré dentro del mundo de las notas musicales. Di conciertos de piano y de otros instrumentos. Incluso llegue a ganar varios concursos y premios en prestigiosas academias. Pero todo se fue complicando cuando te hacen creer que tu pasatiempo favorito puede ser rentable.

Además cuando me trasladaron a esta nueva universidad, no quería nada más que dejar de vivir.

Estaba destrozado y frustrado después de lo de mi madre, mi regreso de Holanda, tras mi larga estancia allí y por supuesto, la ruptura con Olivia y sus chantajes que me estaban atormentando.

Exacto, todo era una tormenta, pero ¿después de cada tormenta sale un arco iris ¿no?

De todas formas, aún es pronto para tantos detalles.

Hablemos de ella. ¿Por dónde comenzar?

Desde que la vi, aquella noche, sentada en ese banco, sentí un conexión inexplicable, no sabría decir precisamente el qué.

Parecía como si la llevaba deseando conocer, mi alma deseaba chocar contra su mundo.

La chica rara atrapada en su burbuja, de melena oscura lisa y larga que brillaba con los rayos del sol formando capas sedosas desprendiendo un aroma suave a cerezas secas.

Sus rasgos faciales eran una verdadera composición artística, piel suave como la de un bebé, ojos marrones como las castañas, cejas curvilíneas, pestañas largas y unos labios perfectos, dulces y pegajosos como la miel.
Era bajita comparándose a mí, le sacaba una cabeza, no era mucho pero lo suficiente para que se cuelgue de mi cuello.
Solía vestir casualmente, ni tan informal ni tan elegante. Todo le quedaba bien y todo lo hacía bien.
Es cierto que todos tenemos defectos, pero ella era como un diamante en bruto, que se pulía con su ejemplar forma de ver las cosas.

Después de nuestros encuentros tortuosos me di cuenta de que era más que una simple estudiante de ADE.

Era especial, como de las pocas personas que quedan en este mundo. Aunque a decir verdad, ella era de otro planeta o de otra época.

Por eso mismo me costaba tanto soltarla, porque personas como ella solo se encuentran una vez en la vida.

Y yo solo tenía una vida a la que debía sacarle provecho, una única y jodida vida en la cual debía escoger varios caminos para encontrar la felicidad. Fue por eso que deje de creer en futuro, al contrario, la vida es una cuenta atrás, así comenzó nuestra historia.

UNDERGROUNDWhere stories live. Discover now