City at the edge of forever-A Skylit Drive

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The times we've lost can be repaired

So be prepared

The moments we burned into our minds

Yeah we'll be fine

Llevaban dos días en la ciudad de los Ángeles, se levantaban temprano, Astrid era la que cocinaba en la mañana para que Fernanda se fuera a trabajar y después se pasaba todo el día ya sea en la casa, en la piscina que tenía la exbajista en la parte trasera de la vivienda, viendo películas o jugando con la pequeña Annie.

Se sentía tranquila a pesar de todo, después de aquella plática que habían tenido, sus sentimientos eran más claros que nunca, estaba muy enamorada de ella, estas semanas habían sido maravillosas, para ser sinceros no se notaba ni siquiera que se hubieran separado por cuatro años, la química y sinergia que tenían la una con la otra era latente, algo que hacía sentir feliz a Astrid, junto con su hija, quienes nunca se habían sentido tan protegidas, hasta ahora con Fernanda en su vida

Eran las seis de la tarde cuando entraba la azabache por la puerta, siendo recibida por una pequeña levantándose del sofá para correr hacia ella, y la recibía en sus brazos Fernanda.

Astrid por su parte se acercaba a ella besándola en los labios mientras le quitaba la mochila.

—¿Cómo te fue amor?

—Bien, pero las extrañé demasiado, me hicieron mucha falta, tuve dos juntas seguidas hoy, fue nefasto. —Caminaba con la niña en sus brazos con dirección a la cocina.

—¿De que fueron tus juntas? —Preguntaba Astrid mientras sacaba los platos de la alacena poniéndolos sobre la mesa de la cocina para después empezar a servir la comida, que consistía en pollo marinado con ensalada césar, a la par de que a la pequeña le había hecho unos hot-dogs, cortados a la mitad.

—Vamos a tener una gala con varios de los inversionistas, será el viernes. —Mencionaba Fernanda.

—¿Ok?

—Tenemos que ir mañana comprar un vestido para ti, para mi y para Annie—Sonreía la pelinegra

—¿Quieres que vayamos contigo...? —Se sonrojaba la gótica.

—¡Pues claro! —Alzaba la ceja Fernanda, —ustedes son mi familia, quiero que todo mundo lo sepa, estoy orgullosa de ustedes.

—Fer...—Susurraba Astrid —Eres la persona más maravillosa del mundo.

—Obvio mami, —Decía la pequeña. —Mamá Fernanda nos ama y siempre hará todo por nosotros.

—Lo se mi amor...créeme que lo sé...—Reía la pelirrosa haciendo que ambas lograran que Fernanda se le pusieran coloradas las mejillas.

—Solo lo hago...porque ustedes le ponen color a mi vida...—Susurraba Fernanda

—Tus nos has ayudado mucho amor, tu fuiste la que nos dio luz y color, somos muy suertudas, —le señalaba Lowllet mientras estiraba la mano tomando la de Lancaster en la suya. —Créeme que en solo dos semanas has cambiado para bien todo.

Fernanda la veía a los ojos, entendía mucho como habían sufrido sus chicas.

—Eres la mejor...lo lograste...criaste una princesa...—Mencionaba la músico, la gótica sonreía de lado con una mirada triste.

Annie ya había acabado de comer.

—¿Puedo jugar xbox? —Cuestiona la pequeña

—Si hija ve, ahorita te alcanzamos. —Sonreía la chica tatuada.

El trazo imperfectoKde žijí příběhy. Začni objevovat