12. Un día negro

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—Mamá.

—Que bueno volver a verlos juntos, lo siento hijos.

—Yo lo siento madre, no debí dejarte sola e irme como si nada.

—No, yo no debí dejar que tu padre te haga eso, siento que los dos hayan tenido que ver eso, por eso deben saber que las personas no son como las vemos.

—Perdón por dejarlas solas en los peores momentos – Eren se acerca más y toma la otra mano de mi madre.

—Si alguna vez se casan, recuerden elegir a la persona que de verdad aman y no por un contrato o por tener más influencia, nunca me cansaré de decirles que los amo.

—Te amo mamá – dice Eren.

—Te amo.

—Si estas son mis últimas horas de vida, quiero que se queden en esta habitación y que no haya ninguna lágrima, solamente risas.

Mi mamá elige una película de comedia, reímos los tres con lágrimas en los ojos sabiendo que será un final triste.

Las 2 de la mañana y aún no suelto la mano de mi madre y mi hermano tampoco, nos quedamos dormidos abrazándola.

Al despertarme veo el reloj, son las 5:30 a.m., mi mamá está despierta y mi hermano también.

—Eren nunca dejes sola a tu hermana y Eda nunca dejes sola a tu hermano.

—Nunca más la volveré a dejar.

—Y nunca dejaré que te vayas.

—Mi abogado tiene el testamento y una carta para cada uno y por favor no lloren cuando me vaya, ahora déjenme unos minutos sola.

Mi hermano y yo salimos de la habitación, nos sentamos en las sillas del pasillo, pasan unos minutos y una enfermera entra en la habitación con prisa.

—Eren, Eda – el doctor ladea la cabeza, mi hermano me abraza mientras lloramos.

Mi madre, una mujer fuerte que ha soportado todo en un matrimonio destruido para aparentar tener una familia perfecta, una mujer que siempre se ha preocupado por sus hijos y la cómplice de todo lo que hacíamos.

Estoy a un paso de caer en ese pozo, en el pozo lleno de monstruos que hacen que me hunda más en él, ha pasado poco desde que salí de ese lugar tan oscuro.

—Eda es momento de hablar con la prensa.

—Esas personas son parásitos y comen de cualquier cosa que encuentran y no quiero que hablen de mi madre – digo en un tono alto.

—Te estás pareciendo a papá.

—Solo vamos a casa, ¿sí?

—¿Quieres ir a la casa de los malos recuerdos?

—Sí, quiero quedarme ahí todo el día – Adam llega y me mira fijamente, baja la cabeza y se acerca a mí.

—Estoy contigo – me abraza, coloco mi cabeza sobre su hombro.

—Adam, Eda y yo iremos casa de mamá.

—Si está bien, yo iré a la empresa.

—Gracias.

Con lágrimas en los ojos entro a la habitación y me despido de mi mamá con un beso en la frente y un abrazo, puedo sentir lo fría que está, llego al estacionamiento y subo a la camioneta con mi hermano.

Llego a esa casa que no piso desde hace 8 años y lo primero que veo es el retrato de la familia antes de que muriera papá.

Ahora esta casa se sienta tan vacía, sin vida, sin alegría, recuerdo correr por toda la casa, es como verme a mí misma de pequeña corriendo con mi mamá y papá antes de la oscuridad.

—Eren, me mudaré aquí.

—No puedes hacer eso.

—Claro que sí, quiero mudaré aquí y revivir algunos momentos.

—Te estás haciendo daño Eda.

—No.

—Leonard murió y estás viviendo en la antigua penthouse donde vivían los dos.

—Esa es mi casa y esta también es mi casa, me reconforta volver a mi casa después de 8 años y saber que todo está con lo deje.

—Eda, entiende, te estarás haciendo daño al quedarte aquí.

—No me estoy haciendo daño.

—Entonces me mudaré contigo.

—Si de verdad quieres vivir aquí está bien, pero si lo haces por mí será mejor que no te mudes.

—Eda.

—Eren, haré los preparativos para el funeral —me voy del salón principal.

Mi contrato, mis reglas [En proceso]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz