"Eras rojo, yo azul y te gustaba que fuera así."
La chica popular con el chico popular; sin embargo, un secreto perturbador se encuentra dentro de aquella cámara que tanto se niega ella en soltar. La familia perfecta solo era una máscara de lo que e...
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MIN T/N
— ¡¡¡Y LA UNIVERSIDAD PYSSEO, GANA!!! —anunciaron a toda voz.
Sí, los vencimos nosotros. Cosa que no era de extrañar y por eso la cara de gato en celo de Yuqi planeó una fiesta más tarde y así manipular la situación para llevarse a mi novio a la cama. No me importa, solo me molesta que aún sigan varias de sus ex's buscándolo creyendo que caerá en sus vaginas hediondas a pescado.
Ew.
— ¡¡EN TU CARA, KANG!! —le gritó Jimin al entrenador de los perdedores.
Éste solo hizo caso omiso y se fue hecho fuego de ahí con su niñitas.
— ¡FIESTA EN MI CASA, MALDITA SEA! —chilló de emoción la mencionada anteriormente, escuchando la ovación de todos.
Yeonjun corrió a mí desde lo lejos y me levantó con sus fuertes brazos, girando conmigo en lo alto. Al bajarme, fue más que evidente que sus labios se estamparían en los míos, corriendo mi brillo labial por su alegría.
Los aplausos de varios que estaban cerca se hicieron sonar, y las risas de ternura al separarnos por nuestras bocas manchadas.
— ¿Puedo ir a la fiesta, cierto? —le preguntó a su padre que estaba cerca.
— ¿Qué te pasó? —preguntó entre risas y él se limpió bruscamente con una amplia sonrisa.
— Cosas de pareja, papá. Pero, responde. ¿Puedo?
El hombre me miró y rió por mi maquillaje arruinado gracias a lo excitado que estaba su hijo.
— ¿Por qué me lo preguntas, hijo? Claro que puedes, eres un ganador.
— Lo preguntaba porque ser mayor de edad no me sirve de nada cuando sigues manteniéndome —comentó y agarró mi mano—. ¿Irás, verdad? Lo prometiste.
— Yo no prometí nada.
— ¡Ay, amor~!
— Bien, bien. Sí, iré más tarde. Primero pasaré por la casa a quitarme todo este sudor y pintura de la cara —señalé mi cara hecha un desastre y él sonrió orgulloso por dejarme así, pasó su otra mano por mi mejilla y con su dedo pulgar acarició levemente mi labio inferior.
Cuanta tensión sexual.
— ¿No te da vergüenza hacer eso enfrente de tu padre?
— No puede ser, Shin. Naciste para arruinar mis momentos de felicidad.
— No, tú lo hiciste. Venía tranquilamente a abrazar a mi mejor amiga y tú siempre de calentón con ella —reclamó—. Sin ofender, profesor Park.
— No, para nada —rió—. Me voy a casa, puedes regresar a la hora que quieras. No beban mucho y cuídense, adiós.
— Adiós —dijimos todos al unísono—. ¿Entonces, irás? —interrogó mi mejor amiga.
