Invierno 5- Sol y romero.

59 11 0
                                    

-Qué perfume tiene el invierno?

-Tu hueles a invierno, justo ahora.

La ninfa le miró sin saber a qué se refería.

-Hueles a canela, en ocasiones a pino y en otras a chocolate.

Ella le dio un trozo de chocolate que guardaba en un cajón.

-¿Te gusta el chocolate?

-Mucho.

Once ler dio una mordida al dulce que le ofrecía. Ambos estaban sentados frente al cálido fuego de la chimenea y se cubrían con una manta de lana.

En el exterior el viento soplaba y golpeaba la ventana. La nieve caía con furia, blanca, fría y pura. Todo estaba helado,el suelo era una trampa resbaladiza y algunos conos de hielo amenazaban con caer de las orillas del techo.

Pero no hacía frío en el interior del hogar de los esposos, en el calor de las risas, los jugueteos, los besos, los abrazos y el amor de ambos todo era más agradable..

-¿A que huelo yo?

-Tu hueles a.. mirra.

Once ler se olfateo la camisa.

-¿Huelo bien?

Gealach comenzó a reír con fuerza.

-Tal vez deba usar un perfume.

-No, no. Hueles bien, no te preocupes.

-¿A qué huele la mirra?

La ninfa sacó de una caja de madera algunos conos de incienso que ella había hecho antes de empezar el invierno, tomó un poco de fuego y lo encendió. El aroma que despedía era fuerte pero sin ser molesto, le gustaba.

-Con que ese es mi olor.

La ninfa asintió levemente, mientras ofrecía una sonrisa al joven.

-Saldremos en cuanto pare la tormenta.

-¿Quieres ver el árbol?

-Si.

-Habías dicho que estaría bien.

-Si, pero está vez no seré yo quien hablará con el árbol.

Ella le miró fijamente y Once ler entendió el mensaje de inmediato.

-Pensé que ya estaba todo en orden.

-No, antes debes agradecer a los árboles, ponerte a su servicio y pedir perdón por lo sucedido.

Once ler empezó a sentir esa presión en su pecho otra vez.

-Pero.. ellos ya me habían perdonado.

Gealach estaba sentada, cubierta hasta la cabeza con la manta, era curioso verla de esa forma, parecía una niña pequeña en lugar de la poderosa ninfa guerrera que era.

-Ellos ya te perdonaron pero tú no les has pedido perdón aún.

El joven se sintió más tranquilo, no le hubiese gustado que volver al inicio para ganarse el perdón de los árboles.

Una pizca de ansiedad perduraba aún en su interior, ¿Qué pasaría si se arrepentían?

Se hundió en el sofá mientras pensaba en eso. Gealach se dio cuenta y decidió hacer algo para animarlo. Se levantó del sofá sin decir nada, Once ler estaba tan concentrado que no se dio cuenta de la ausencia de la chica.

Ella apareció de nuevo con la guitarra.

-Toca algo, por favor.

-Pero...

La doncella en el árbolWhere stories live. Discover now