Invierno 7- Vuelve a casa

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Once ler dirigió la mirada en dirección a la ahora lejana ciudad, sentía nostalgia. Extrañaba el olor a galleta recién horneada, a caramelos de menta, los pinos adornados de esferas brillantes, los músicos en el centro de la ciudad, los cuentistas que acuden a los parques que como el flautista atrae a niños bajo el encanto de sus historias.

Ella notó su mirada perdida, siguió la dirección de sus ojos y supo de inmediato de que se trataba,.

-¿Extrañas la ciudad?

Salió de sus pensamientos tras haber escuchado a la ninfa

-No, no en absoluto. Estoy bien.

-Pienso que deberíamos ir.

-Si..

Once ler se dio cuenta de lo que había dicho y se arrepintió de inmediato.

-Es decir, ¡No, por supuesto que no!

-Por favor, vamos quiero conocer más humanos.

Once ler tembló ante la idea, no quería que se expusiera a otras personas.

"¿Y si alguien se da cuenta de que no es humana?"

-No creo que sea buena idea.

-¿Por qué no?

-Por que..

El la vió a los ojos, se veía adorable, su mirada era la más dulce que hubiera presenciado. Pero debía ser fuerte, debía negarse por el bien de ella, inhaló profundamente, se cruzó de brazos y con la voz más dura que pudo hacer volvió a negarse.

-No y es mi decisión final.

-No lo entiendo, explica por qué no.

Sin decir algo más, se puso de espaldas y la ignoró. Gealach al no obtener una respuesta le hizo cosquillas, Once ler sorprendido por tal acto, soltó un grito y se retorcía en el suelo mientras reía sin poder detenerse. La ninfa se colocó sobre el para seguir torturando sus costillas.

-Para.. para Gealach.. para.. por favor.

-Dime entonces, por qué no quieres ir.

-Está bien.. está bien.. te lo diré

Ella se detuvo, ambos se pusieron de pie jadeando por el esfuerzo.

-No.. quiero que te hagan daño.. es todo.

Gealach sonrió, era adorable que quisiera protegerla, de verdad amaba a ese humano, ella le dio un beso en la mejilla.

-Gracias, pero no es necesario. No me pasará nada.

-Tu no los conoces bien y yo si, por eso temo por tu seguridad.

-Por favor..o tendré que ir sola.

La ninfa le miró decidida con las manos en la cintura, Once ler tenía miedo de llevarla a la ciudad pero sería más peligroso que fuera sola. Inhaló profundo, tenía que ceder a sus deseos aunque no le pareciera lo mejor.

-Está bien, pero será bajo mis condiciones.

Gealach sonrió y le dio un abrazo. En realidad esa visita era por dos cosas: una pequeña parte era para saciar su curiosidad y la otra gran parte era por Once ler, él tenía que estar en contacto con los suyos también y eso era lo que quería lograr.

-Gracias, m'fhíorghrá.

Durante la tarde, Once ler tomó medidas a la ninfa y pasó el resto del día cosiendo un vestido nuevo para ella, pues no podía ir con su ropa de siempre y arriesgarse a que le descubrieran.

La doncella en el árbolWhere stories live. Discover now