Primavera 4- Después de la tormenta.

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Once ler estaba molesto en su casa, acostado en la cama, escuchando como el agua caía sobre su techo. Había llovido por dos días seguidos, las gotas, al entrar en contacto con sus ojos o la piel provocaba urticaria, así que se había untado una pomada que tenía guardada en uno de sus cajones.
No hubo señales por parte de Gealach en esos días, ni cantos o alaridos que le sobresaltaran, solo el ruido de la lluvia llenaba el silencio.
Algo extraño sucedió en ese momento, su visión se oscureció en un instante, el rostro de una mujer conocida apareció frente a el, poco a poco se empezó a llenar de marcas y dibujos extravagantes, parecía como si alguien le estuviera pintando a excepción de que nadie estaba haciendo esa labor, las imágenes aparecían solas sobre su piel.
Del cuerpo de la fémina surgieron ramas, flores y hojas, un grito se escuchó, volteó asustado y se dió cuenta de que se encontraba en un bosque de bellos árboles que fueron consumidos rápidamente por el fuego.
No podía correr o gritar, estaba totalmente paralizado de la cabeza a los pies, el fuego poco a poco le alcanzaba, sentía el calor calcinante en su piel, tenía miedo de ser quemado vivo, cerró los párpados y cuando las llamas estuvieron a punto de llegar, abrió los ojos.
Estaba en su cuarto, acostado en el suelo, tenía el cuerpo adolorido y el sudor perlaba su frente, se levantó lentamente sobando su cadera, suspiró aliviado de que todo fuera un sueño.
Asomó la cabeza por la ventana, la lluvia había cesado de caer, la niebla subía, el cielo era gris de un tono más oscuro del habitual por lo que no supo si era de noche o si ya era de mañana. Observó su reloj.
"Las diez de la mañana"
Se estiró, tomó lo primero que encontró en el refrigerador, tomó dos huevos, los puso en el sartén y se dispuso a cocinar, el lugar comenzó a llenarse de humo, mientras el alimento se quemaba, Once ler se preguntó si ella estaría bien, sacudió la cabeza de inmediato, se había propuesto no volver a buscarla.
Apagó el fuego y fue a comer a su mesa de madera, los huevos en su plato estaban más que carbonizados pero a él le dio igual, al terminar se sentó frente a su ventana. La visión de la neblina en la mañana le recordó a la ninfa de nuevo, soltó una lágrima, la limpio de inmediato al recordar su promesa de no volver a pensar en ella.
Suspiró pesadamente, vió algunas tablas de madera y pensó que sería buena idea comenzar a ponerlas en las ventanas y las puertas, de esa forma nadie se atrevería a molestarlo, tal vez ni siquiera un fastidioso espíritu de la naturaleza se acercaría.
Estaba en su escalera, clavando algunas tablas cuando escuchó un saludo.
-Hola, buenos días señor.
Era un hombre en traje negro.
-Hola.
Contestó sin ganas.
-¿Es usted el señor Once ler?
Bufó antes de contestar, estaba fastidiado, lo único que quería en ese momento era encerrarse para siempre en lo que quedaba de su hogar.
-Sí, que es lo que quiere.
-Mi nombre es Theend, vengo de la compañía "all the money can pay" y tengo buenas noticias señor, ¡Descubrimos un último árbol!
Once ler palideció, ¿Cómo lo habían descubierto?
-Eh..no..no quedan más árboles, en este lugar.
Tartamudeaba al hablar, estaba nervioso, no sabía que hacer.
-Oh, no señor, hemos visto un último árbol. Solo debe firmar una autorización, lo talaremos y subastaremos ese thneed como algo único, mucho mejor, más lujoso y especial. ¿Qué dice?
Once ler lo pensó, una parte de el quería ganar algo de dinero y molestar a esa ninfa tonta que le había lastimado. Pero si lo autorizaba, entonces significaría que no había aprendido su lección.
-No, lo siento.
-Pero señor...
-P...por favor, retirese..ahora
-Bien, le dejaré mi tarjeta por si cambia de opinión.
El hombre le ofreció una tarjeta con los datos de su empresa, once ler la tomó con la mano temblorosa.
-No dude en llamarnos.
El hombre subió a su lujoso auto negro y salió del bosque, Once ler, no se sentía cómodo, tomó algunas tablas, clavos, un martillo y salió hacía el árbol.
Acomodó algunas piezas y se puso a clavar, el ruido hizo que cierta ninfa saliera del árbol, tapándose los oídos, miró confundida al joven que seguía en su labor.
El se dio cuenta de su presencia pero la ignoro, si quería separarse de el, entonces eso haría.
Por su parte Gealach si quería volver a relacionarse con el, así que preocupada por sus acciones decidió hablarle.
-¿Qué haces?
Once ler la ignoró, recordando como ella lo había ignorado también.
-¡Oye, detente haces mucho ruido!
El siguió trabajando, ella cansada de su indiferencia se puso a una corta distancia de el.
-¿Por qué me ignoras?
De nuevo no hubo contestación, solo se escuchaba el ruido del martillo en los clavos.
Del suelo surgieron algunas ramas que sujetaron las manos del chico.
-¡Déjame!
-¿Qué te sucede Once ler?
-¡Que te importa!
Ella impresionada por sus palabras se retiró un poco.
-¡Tú dijiste que no volverías a hablarme!, ¡Lárgate y déjame en paz!
La ninfa comenzaba a molestarse pero vió un hematoma en la pierna del chico y decidió preguntar.
-¿Cómo te hiciste eso?
-No te interesa.
-Te dije que nuestra confianza se reduciría a cero, no que debíamos dejar de hablar.
La ninfa notó algo más; marcas de uñas y algunos pequeños granos se veían en su pálida piel, ella se acercó, aún no se atrevía a tocarlo, una cosa había sido rasguñarlo pero acariciar su piel era demasiado atrevido para ella.
Once ler se escapó del agarre de las ramas que lo sujetaban.
-Deja que te ayude.
-¡No, déjame en paz!
-¿Por qué estás tan molesto?
-¡Por qué!, ¡Por qué!
Ella lo miro confundida, no entendía a qué se debía su actitud.
-¡Estoy harto de que me trates así, que me agredas, que intentes correrme o lo peor de todo que te enojes por haberte salvado.
-Era una promesa y tú lo sabías.
-¡Entonces qué querías que hiciera!,¿Qué te dejará debajo de la rama del árbol?
-Pudiste, tratar de despertarme.
Once ler la miró con furia haciendo que sus ojos parecieran ser de un color azul eléctrico, paso los dedos por su cabello y caminaba de un lado a otro.
-Era una promesa tonta, era ridícula desde el comienzo.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-¿Eh?
-¿Por qué no dijiste lo que pensabas?
-Por que tenía miedo de que me abandonarás... Yo quería agradarte.
La ninfa suspiró, se colocó frente a el y con voz amable le explicó.
-Te agradezco que quieras buscar mi aprobación, pero debes saber que para que eso suceda primero debes agradarte a ti mismo.
Gealach le mostró un pequeño espejo que tenía guardado.
-Dime Once ler, ¿Tú te agradas?
Lo tomó, y vió su reflejo en el, era verdad se odiaba.
-Pobre Once ler mendigando amor y reconocimiento en los demás. Primero ámate y luego busca el amor en otros.Si tú eres consciente de tu valor entonces los demás nos daremos cuenta de ello.
El, la vió sonriente de nuevo, su mal humor había desaparecido al igual que la lluvia.
-Nunca mendigues el amor o el reconocimiento de quién no te valora. Se quién eres y di lo que sientes pues a aquellos a quien les importa no importan y a los que importan no les importa.
Once ler sintió como si le quitarán una loza de encima y ofreció una cálida sonrisa, ambos rieron sin entender el motivo.
La ninfa se animó a hacer una pregunta.
-¿Cómo supiste que soy una ninfa?
-Una vez escuché a un cuentista contar la historia de una joven ninfa que...
Tragó saliva
-Se enamoró de un humano.
-¿Termina bien?
-No lo se, no lo recuerdo.
El jovén rascaba su nuca nervioso. La ninfa pensó en algo que había se le había ocurrido hace poco, pero por miedo había decidido no hacerlo.
-Dame tu mano, quiero intentar algo.
-¿No volverás a rasguñarme, cierto?
-No, por supuesto que no.
El le ofreció su mano, ella acercó la suya con cuidado, Once ler lo entendió, ella estaba tratando de acercarse a él, por fin después de cuatro días, ella confiaba en él.
Ambos se acercaron, estaban emocionados por ese momento. Al acercarse, sus dedos se entrelazaron con suavidad, ella estaba fría y el estaba cálido. Sonreían felices, el primer paso había sido un éxito, se miraban con el sonrojo llenando sus mejillas y sintiendo pequeñas descargas eléctricas por su espalda.
-Esto significa que....
-Ya somos oficialmente amigos.
El silencio que solo era roto por pequeñas respiraciones se vió afectado por un largo bostezo.
-¿No dormiste bien?
-¿Eh?, Es que tuve una pesadilla.
-¿Qué viste?
Once ler le explicó lo que había visto, ella comprendió y se sintió apenada.
-Esto fue mi culpa.
-No entiendo.
-Lo qué viste fue mi pasado.
Once ler estaba confundido.
-Veras. Cuando un humano tiene tiempo conviviendo con un espíritu, entonces suele tener sueños premonitorios o sus memorias chocan y suelen pasar estás cosas.
-¿Tiene solución?
Ella pensó por un largo rato, luego buscó entre las suaves hojas rosadas del árbol de trufula una uva regordeta, ella acercó la fruta a sus rosados labios.
La puso demasiado cerca, tocando la boca con su piel púrpura, cerró los ojos y exhaló. Una fragancia con aroma a menta llenó el ambiente.
Once ler sintió celos por primera vez de una uva.
Ella extendió su mano y la ofreció al joven, el tragó un poco de saliva, la miró con sus mejillas pintándose de un intenso color rojo.
-¿Qué debo hacer?
-Comerla, obviamente.
Once ler tomó la fruta con cuidado, era incapaz de verla a los ojos, eso... era un beso indirecto.
-¿Sucede algo?
-No, no nada, todo bien.
Once ler respiraba agitado, su corazón latía con fuerza, cerró los párpados al llevar la uva a su boca, la piel aún tenía restos de la saliva tibia de Gealach, la metió por completo degustando el dulce sabor de la fruta, sintió como si de alguna manera sus labios se hubieran posado en los suyos. Entonces lo comprendió todo, el estaba enamorado de esa ninfa.

La doncella en el árbolHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin